domingo, 30 de septiembre de 2012

Parada y fonda

He tenido un fin de semana algo... atípico. Por una serie de coincidencias que no vienen al caso, he andado vagueando, sin rumbo fijo, por internet y por casa. Durmiendo tarde y mal, pero sin hacer lo que me pedía el cuerpo, que era salir a tomarme unas copas al bar de siempre, con los parroquianos, y echarme unas risas. Volver a ver al grupo de cincuentones, y aprender cosas nuevas. Esquivar a mis borrachos preferidos para que no me den la lata (es como un deporte de riesgo ya). Tomarme un montón de copas con la complicidad de la noche, y la calma que sólo se puede tener en un garito un miércoles noche. Y si había movimiento, mudarme a algún otro sitio más tranquilo, que los conozco.
Tampoco debería quejarme, he estado leyendo a Terry Pratchett, cosa que siempre es un consuelo para el alma. Y vagueando.
El miércoles defiendo mi tesis, y todavía no he dado los últimos toques al power point. He empezado nuevos estudios, me meteré con el doctorado en breve...
Y pese a todo, necesito salir y relajarme a mi manera. No puedo pensar con claridad ya. Echo de menos esas salidas en donde simplemente me muevo por un instinto elaborado de juicio rápido, y peligrosidad de verte atrapada en las redes de un coñazo nocturno. Los cambios y su influencia ya han pasado a un segundo plano, y ahora busco ese retorno a mi centro de gravedad. Pero, pese a todo, ahora veo que el poso final que me han dejado todas las cosas es una cierta carga de cinismo que antes no tenía, y capacidad de callar/hablar con un poco más de acierto. Ambos logros son interesantes, porque he moderado algo mi capacidad de ser políticamente incorrecta, y porque consigo decir algo ambiguo cuando me enfrento a situación que, indubitablemente están fuera de toda ambigüedad.
Pero hoy necesito una copa, aunque no salga a compartirla con nadie. Simplemente el placer de beber porque puedo. O tal vez no pueda, pero hago el esfuerzo, en vez de seguir despistojándome con problemas. Y es que antes decía muchas cosas, tipo: "no te estreses; cuando alguien hace todo lo que puede, no está obligado a más; cuando es necesario descansar, no se deben buscar peros, es como si dices que tienes tanta prisa que no puedes parar a echar gasolina en el coche, aunque pite el depósito..." Ahora no las digo. Ahora simplemente digo que hay que cumplir con lo que uno se compromete, y si no, haberlo pensado antes. También digo que el estrés es un invento de vagos para justificar su vagancia (con excepciones notables).  Y que uno parará cuando vea el momento adecuado, o si no le pararán sus circunstancias, como por ejemplo, un infarto.
Bien, bueno, no lo digo en voz alta constantemente, pero sí lo pienso, y si se me interroga muy directamente, por ejemplo pistola en mano, lo suelto. También lo suelto si alguien me cuenta sus miserias durante más de media hora sin callarse ni siquiera para tomar un sorbo de café.
Pues el momento de parar acaba de llegar. Ya apañaré la defensa mañana. Ya estudiaré etc. Pero en estos momentos, se impone una parada. Ni libros, ni dioses, ni mas música que la que suena por el spotify.
¿La semana que viene? Cerrar cuestiones pendientes. Una copa para celebrarlo el viernes, y empezar a meterme en el ajo nuevo que me toca.