lunes, 28 de noviembre de 2011

¡Invasion!

La semana pasada ha sido bastante rara. Entre conferencias que me tenían atada a una silla ocho horas diarias y dos más para comer in situ, y el catarro que he sufrido este fin de semana, pues como que podría haber estallado la 3ª Guerra Mundial en mis narices, que no hacía acuse de recibo ni a jurar.
Pero mi sorpresa de alucinada ha sido mayúscula hoy. Juraría que llevaba todo en orden, y que no tenía excesos de material acumulado. Y de repente me he percatado de que los libros han empezado a colonizar mi espacio enano del cuarto. Y los que faltarán por añadirse al montón, claro. Sin contar con las afloraciones de kleenex usados que he descubierto hoy por todas partes, cuando he empezado a recuperarme del moquillo y lagrimeo. Esta todo plagado de papel, bien sea con mocos o sin ellos. Si encendiera una cerilla, en menos de tres segundos esto ardía que iba a alucinar.
Y encima he descubierto que ya me la han metido doblada en una asignatura. Lo que creía que ya tenía atado, y que la semana que viene entregaba tranquilamente, se ha convertido hace escasos minutos en un horror. Hablando con la profesora, quería hacer algo de visigodos, que va a ser mi tema. Bien, me dice ella, hay un libro muy majo sobre el tema, una publicación del museo... Ok, digo yo, optimista. La saco de la biblioteca, y a correr. Lectura rápida, para acelerar el proceso, resumen de la cuestión... ¡Horror! No es un librito, son cuatro volúmenes. Para cortarse las venas, que ya ando pillada de tiempo como una rata de laboratorio en laberinto con trampas.
Así que, para mi desgracia, hoy toca situación (donde estoy, quien soy, y como salgo de este follón en el que me he metido alegremente), zafarrancho de combate y eliminación de papelajos superfluos (kleenex usados, anotaciones que mejor resumo en un sólo papel etc) y organización del hueco libre para poder dedicar tiempo al empolle. No sé como he llegado a esta situación, la semana pasada algo pasé por alto, pero hoy hay que ponerle punto final a esto y arrancar, porque me gustaría pasar unas vacaciones en condiciones, disfrutando de la familia y gato, y no con la nariz metida entre papeles. Preferentemente, de meter la nariz en alguna parte, en una buena copa de cognac, a ver si eso me termina de quitar el moqueo.
Veremos... Voy a ver si elimino invasiones de mierdas, y regreso a mi funcionamiento habitual.

viernes, 18 de noviembre de 2011

IDEAS, RUMBOS Y FUTUROS

A ver, creo que ya tengo una idea clara en mi pelota. Si, no es coña. Y además, creo que sé como montármela para que no me la hundan, roben, o jodan. Si, no es coña ni mucho menos. Y encima sé con quienes contar; familiares y amigos, que en caso de necesitar personas, cumplen con tres requisitos fundamentales:
Han demostrado mil y una veces que podrán discrepar conmigo, pero no me putean, simplemente me lo dicen a la cara.
Son personas serias y trabajadoras en su campo, con buen curriculum.
Ante una propuesta de esta clase, estarán encantados, porque no les supone compromisos gordos.
Veremos qué pasa, la idea está madurándose en la cabeza, y supongo que hablando con familia, podré ir sacando más. Pero me queda bastante claro qué hacer, cómo funcionar... Sólo hace falta empezar a mover las cosas y ver si hay apoyos. Aunque lo veo tan claro, que incluso sin ninguna clase de apoyo sé que puedo sacarlo adelante. ¡Je, qué curioso, yo que nunca veo nada claro, y de golpe tengo todo organizado en la cabeza, pros y contras, dificultades, ventajas, trampas legales...! Ni yo misma me lo creo, me parece asombroso.

martes, 15 de noviembre de 2011

¡ME CAGÜENTOLOQUESEMENEA!

¿Qué pasa, es que soy un imán de mierda?
¿La gente desconoce los usos sociales y tampoco observa lo que hago?
¿Poner 450 km de distancia de locos es sinónimo de que quiero intimar con ellos, y se me metan sus amigos más chiflados aún?
¿O la gente es masoca y quiere realmente verme de mala leche?

Y lo peor, estas cosas me pasan por buena persona, y por pensar que no va a pasar nada. ¡Leches! A la próxima mariconada la respuesta va a ser de esas que luego me hacen arrepentirme, pero entre un "amigo" que me envía la foto de su chorra (el colmo de la originalidad) y a ver si quiero follar (literal); la "amiga" que se cree que yo he venido a Madrid para que cuando ella tenga tiempo libre haga de monitora de ocio, la juerga del sábado que me dejó bastante perjudicada y con malas pulgas, la jamada de anoche que terminó de rematarme, y ahora la amiga de la "amiga" que cree que voy a ir en Navidad para que salgamos todas juntas y sólo la he visto un par de veces en mi vida, y me ha bombardeado a mensajitos, una chorrada más y paso a cuchillo sin pestañear a un batallón armado hasta los dientes. Y tal vez luego me arrepienta, pero en el momento, ¡MENUDO GUSTAZO!

¡JODER, YA VALE¡ ¿NO?

jueves, 10 de noviembre de 2011

Dias raros

Supongo que el recibir malas contestaciones ha acabado haciéndome mella. O soy yo y mis circunstancias, pero el caso es que llevo toda la tarde bastante depre. No será nada grave, y mañana fijo que me levanto mucho más animada, pero la sensación de inutilidad de hoy no me la quita nadie.
Supongo que todo el mundo tiene sus momentos, pero me sorprende la gente que aparentemente es tan fuerte. Bueno, últimamente me sorprende todo, para me voy a engañar. Me sorprenden las contestaciones de la gente, la estupidez, mi vagancia, y hasta que el sol salga por la mañana.
Tal vez sea consecuencia de andar todo el día así de alucinada. Que ahora ando anestesiada, y lo confundo con depre. La verdad, no tengo ni idea, pero espero que para mañana se me pase. Estaba recordando la escena de "salir del armario", en la que el protagonista le dice a su ex lo desagradable que es y lo mucho que le había costado curarse de ella. Es una escena divertida, porque realmente la tía es una egoísta de impresión, y él durante toda la película había sido un pobre hombre. Espero no ser un François Pignon a la española y en mujer, claro. Y al menos el de esta peli ni tan mal, porque como sea el de la cena de los idiotas, voy apañada.
Veremos si mañana se me pasa todo. Y a ver si termino de decidir qué voy a hacer con tanto imbécil a mi alrededor. Porque, deprimida o no, alucinada o no, idiota o no, empiezo a notar que la sangre me hierve de una forma exagerada. No sé, me irá a cambiar el carácter o algo así. Veremos en qué acaba todo, entre el máster que me está agobiando, la falta de referencias para muchas cosas, y tener que morderme la lengua...
Normal que ande depre, ¡que coño! Lo raro sería que con tanto cambio me encontrase en perfectas condiciones. A veces yo también tengo unas ideas de bombera torera.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Con la que está cayendo...

En breve me pondré a preparar unas cosas que tengo pendientes para el máster, después del rato que tuve anoche de relax. Pero antes, no he podido dejar de pasarme por aquí a teclear unas impresiones que llevo arrastrando desde anoche a las 23:00 hasta ahora, que las pienso escribir y después dejar en la sección de "solo para momentos de quemaduras emocionales" que tengo.
En mi ingenuidad, que debe ser más infinita que la estupidez mundial y bastante similar a ésta, pensaba yo que con la que está cayendo la gente era mucho más efectiva en su trabajo. Por no perderlo y esas cosas, y porque nunca se sabe con quien estás hablando, y puede que dé mala información tuya si no eres un poco atento. No confundamos, no digo que se desvivan por ti, pero cuando trabajé de cara al público (secretaria, profa y segurata) procuraba ser bastante amable con las peticiones que se me hacían. Es mi forma de ser, y aparte de eso, me gusta pensar que todo el mundo haría lo mismo que yo. Quid pro quo y todas esas cosas bonitas. Así, cuando se me pedía información, ayuda o lo que fuera, intentaba hacer las cosas lo mejor que podía dentro de mis escasos márgenes. Recuerdo haber pasado un mal rato con un chico que quería cobrar la pasta que había ganado al momento, y haber tenido que dársela a medias con una azafata de nuestro bolsillo, y luego el chorreo que me cayó del jefe, porque decía que el tipo tenía que haber esperado. Si, me cayó, porque dije que la azafata simplemente copió lo que yo hice a regañadientes, cuando las dos lo hicimos de buena voluntad. Recuerdo haber dejado mi móvil a personas en el aparcamiento para que llamaran porque se habían quedado sin batería o no tenían teléfono (turistas) operativo, y encogerme de hombros cuando me llegaba la factura un poco más abultada de lo que debería a fin de mes. Mala suerte, espero que cuando yo tenga un problema haya gente así cerca que me pueda ayudar, y creo que con el ejemplo se puede lograr mucho. Y nunca olvidaré a aquella señora francesa con tres niños que se había perdido, los cuatro llorando de pura desesperación, a la que la dejé mi teléfono para que llamara a donde le diera la gana. Cuando finalmente pudo localizar a su marido, me dio un abrazo y dijo algo que entre sollozos juraría que era algo así como que nunca hubiera imaginado que en España los de seguridad fueran tan efectivos y educados. No sé, lo mismo me llamaba cabrona en francés, pero no creo que sea lo que se dice cuando se abraza a alguien, con muchos "mercis" y "mercis bocú" entre medias.
Es algo que sigo haciendo, y que haré, espero, hasta que palme. Entiendo que pocos somos autosuficientes, y que todos necesitamos ayuda en determinados momentos. Y es un comportamiento que he visto mucho en otros países. En La India me ayudaron en mil y una ocasiones, con una educación exquisita, nunca me quedé colgada. Y en EE.UU. igual. Me dejaban el teléfono en cualquier tienda (no había ya cabinas) y nunca miraron ni a dónde llamaba, ni aceptaron pago por la llamada, porque me ofrecí a pagarla. Nada. Me llevaron a los sitios sin preguntar nada, nadie creo que pensaba que era una jeta o alguien tocapelotas, simplemente me ayudaron en lo que pedí, como buenamente pudieron, y se acabó el problema.
Y no deja de sorprenderme lo que veo a mi alrededor, que es de vergüenza ajena rozando ya el esperpento. Con el máster, he tenido que llamar a un par de sitios a pedir información. No crean que estoy llamando para pedir el nº de cuenta bancaria o la tarjeta de crédito. Juro que ha sido pedir información, la que buenamente me puedan dar, sin querer molestar. Lo que tengan a mano y puedan enseñarme sin hacerles perder tiempo y sin causarles molestias. Cuando yo estaba de cara al público, una petición así a mi me suponía quitarme el ratito del café y de papar moscas para buscar algo para esa persona que necesitaba algunos datos. Generalmente en media hora tenía algo para mandarla, y siempre me dieron las gracias, me dijeron que tenían suficiente, y que agradecían la molestia. Pues me he encontrado que ahora todo el mundo me remite a internet o simplemente me dicen que tururú, que pido demasiado. No todo el mundo, gracias al cielo ha sido así. Pero a los dos organismos a los que he llamado solicitando información, eso es lo que me han contestado. Y no deja de sorprenderme, porque, con la que está cayendo de crisis, vete tu a saber si la señora que está al otro lado del teléfono/ordenador no tiene contactos y se queja de que no la han atendido correctamente, por poner un pensamiento egoísta pero inteligente. Y no se crean, que tengo mails que podrían dejar a cualquiera alucinado. Nada. Ni siquiera el más mínimo destello de "voy a hacer que muevo un dedo porsiaca". Ni siquiera eso.
Así que ando con un cabreo del quince, y hoy a poco más mando a paseo al italiano que me da la chapa para que le explique cómo se hace la colada. No lo he hecho, porque el chaval no habla bien español, anda perdido, y no tiene culpa de lo que me pase a mi.
Y me he acordado de un ex-jefe y cómo lo conocí. Era mi segundo día en seguridad. Me habían dicho que los coches que estuvieran mal aparcados había que retirarlos como sea, porque luego se formaban atascos y era mucho peor. Entonces vi un coche mal aparcado, un seat ibiza. Me acerqué y le dije al señor que iba dentro que lo moviera. El hombre me miró divertido y me dijo que no, que iba a hacer unas cosas y volvía en seguida. Se fue. Le dí cinco minutos de cortesía, y como no volvía, llamé a la policía para que vinieran con una grúa. Vino la poli etc. Al de media hora del incidente, me llaman por radio, que tengo que ir inmediatamente a gerencia, que el gerente ha dicho que quiere hablar conmigo. ¿El gerente, si llevo dos días? ¿Qué puñetas querrá de mi? Voy a gerencia, llamo a la puerta, me dicen pase y... ¡Tachan! El propietario del seat ibiza. En fin, pensé yo. Chorreo, broncazo, quizá me diga que le tengo que pagar la grúa, y despedida. Puse cara de impasible. Total, ya sabía lo que había hecho, y lo volvería a hacer. Que seas el dueño no te autoriza a saltarte las normas, y a ver cómo le digo yo a un tío que quite su coche si tengo uno aparcado más de media hora...
El hombre me felicitó, dijo que le gustaba la gente con ideas claras, y que, por favor, memorizase la matrícula y modelo de su coche para evitar problemas en el futuro. Durante los dos años que trabajé para él, nunca volvió a dejar el coche mal aparcado, y cuando me fui, me dijo que si volvía al paro, que le llamase, que intentaría ayudarme. No lo he hecho, y no lo voy a hacer. Pero me pareció un tipo correcto, que sabía apreciar a la gente que tenía delante. La gente decía que era raro y un metete, y llegó a despedir a compañeros por verlos sentados en un bolardo. Eso es lo que rumoreaban, aunque estoy segura de que algo más habría de fondo. Echo de menos a aquel jefe, y echo de menos una sociedad donde la gente no ande tan preocupada por cómo tocarse los huevos en el trabajo y sí ande preocupada por cómo cumplir con el expediente del día para llegar a casa y poder relajarse con familia/amigos/animales de compañía y dormir a pata suelta, porque saben que han hecho lo que debían, y que mañana será otro día. Caiga lo que caiga.

martes, 1 de noviembre de 2011

Meditando...

Si alguien me pudiera ver ahora pensaría que estoy como una cafetera. Pero como tengo la ventana cerrada a cal y canto, nadie puede ver qué hago además de teclear. Sólo diré que tengo dos ordenadores encendidos y ando usando los dos a la vez. Suficiente como parecer friki chiflada.
El caso es que he pasado algunos días muy nerviosa. Muchos trabajos y cosas para entregar, mucho recopilar información, y mucho tratar de aclararme las ideas.
Así que ando ahora tratando de quitarme de encima agobios variados, y mañana será otro día en el cual empezaré a intentar responder a todas las cosas que tengo pendientes.
Pero hay algunas cosas que quedan pendientes y que no tienen fácil solución. Hay cosas que no se arreglan mandando un mail o haciendo una llamada. Son cuestiones que afectan a la persona, y que uno no sabe si se las imagina o si son reales. Como es fácil suponer hablo de relaciones entre dos personas y no de otra cosa. Y de esas dudas raras que de repente te surgen acerca de a donde puñetas va a conducir esto, y hasta donde puñetas quiero que llegue esto. Me pasa con varias personas, y ando tratando de pensar por donde desembocar cada cosa.
Estudiar tiene sus compensaciones, y es que te permite aplazar las decisiones personales. Pero el tener cierta edad te hace saber que o te andas al loro, o te estallarán cuando menos lo necesites...