sábado, 31 de diciembre de 2011

Año nuevo

Otro año más que se va. Supongo que podría hacer una entrada de recopilaciones de momentos más... lo que me dé la gana. Desde los más chorras, los más idiotas, o los peores; hasta los mejores, más divertidos, o más agradables. Pero me parece una estupidez. Para algo tengo el blog. Sólo tengo que repasar, y seleccionar entradas. Y no estoy por la labor.
Otra opción es la manida lista de buenos propósitos, deseos y demás bobadas que siempre nos planteamos. No tengo ningún interés en hacer listas. Bastante llevo ya encima como para añadirme tareas. Y en cuanto a sueños, tengo muchos. Pero de momento me conformo con aprobar el máster con las mejores notas posibles y encontrar un trabajito. Lo demás ya se verá, pedir un ligue estable ya me parece abusar.
Así que, eliminados los clichés del mapa, poco queda por hacer. Bueno, así es la vida, y así quedan las cosas. Como decía Sherlock Holmes, "cuando se ha eliminado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser verdad." Así que, esto es lo que queda. Ni listas, ni recopilatorios, ni buenos ni malos deseos para nadie, aparte de los genéricos de paz, amor, trabajo y prosperidad, a los que yo añado sentido común. Simplemente un seguir mi camino sin molestar a nadie.
Veremos qué sucede este año.
Feliz año 2012 a aquellos que se pasan por el blog.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Festividades

Bueno, 25 de diciembre. Ya en casa, con la calma que da saber que todo el mundo está bien, tener tabaco y el estómago lleno y todas esas pequeñas cosas que hacen que al menos dejemos de hacernos preguntas absurdas.
O eso dice la teoría. La verdad, sigo llena de preguntas existenciales, y no tan existenciales. Anoche me llevé batacazo con mis amigos, no entendía nada de lo que pasaba. Era una charla de besugos, en la que yo decía unas cosas y ellos me contestaban otras. Por no hablar de alguna cosa que incluso me pareció fuera de lugar. Sigo con la sombra de Vick, el abogado. Ya sé que no me llamará, pero una no deja de pensar en qué es lo que hace mal para que la gente no la coja el teléfono. Y ves diferentes cosas que han cambiado, y que no entiendes del todo.
Me decía un amigo por teléfono que es agotamiento. Que en circunstancias normales no me comería tanto la cabeza con todo esto. Y me hacía gracia... Es justo lo contrario que pasó con el abogado, que me dijeron las amigas que en circunstancias normales le hubiera mandado a paseo a la segunda hora el primer día. Yo sigo pensando que todo esto es un cambio de mente, personalidad, o lo que se quiera. No lo tengo claro, pero es lo que me resulta más asumible...  Lo que no sé es exactamente en qué es el cambio, o como me afectará. De entrada, anoche mientras estaba con amigos y conocidos me dí cuenta de que uno que siempre había considerado inteligente es tonto perdido, pero un maestro consumado del disimulo. Otro está ya totalmente echado a perder, y el tercero que consideraba tontito, es el único que podrá hacer algo. En cuanto a las amigas, me reafirmo en que sólo una merece la pena, y el resto poco a poco irán degenerando hasta acabar en el estereotipo de solteronas chifladas con gatos, aunque se casen y sean poseedoras de perros. Da igual, hay cosas que uno ve venir. Ojo, no me gusta colgar etiquetas a las personas, más que nada porque detesto que me las cuelguen a mi. Y ojalá meta la pata y lo que creo haber visto se convierta en un espejismo producido por el cansancio, como me decía mi amigo por teléfono. Pero hay cosas que no dejan lugar a dudas. Hay determinadas formas de actuar que definen a la persona que tienes enfrente, sin atenuantes posibles. Así, cuando te lanzan la pregunta-desafío que dice, ¿Pero tú, qué clase de persona crees que soy?, hay respuestas que pueden ser demoledoras. Ejemplos:
- Al abogado:
Creo que eres la clase de persona que queda con una chica y no para hasta que te la llevas al catre. Y luego no llamas ni siquiera para decirla que fue muy bonito mientras duró, pero que buscas otra cosa.
- A un amigo:
Creo que eres la clase de persona que siempre habla de su mamaíta con veneración, pero luego el 24 de diciembre sale de casa a las 12 del mediodía, a las 18:00 está bebiendo champán a morro de la botella que hemos cogido para el grupo de amigos, y no regresará a casa hasta bien entrada la noche, borracho como una cuba, para la cena con mamaíta.
- A otro amigo:
Creo que eres la clase de persona que siempre tiene las ideas claras y la lengua rápida para sacar faltas al prójimo y catalogarme de vaga porque no tengo trabajo, pero cuando tu te vas al paro te dedicas a dar la lata con tus problemas personales, porque tu paro es muy diferente al mío... en tu cabeza, por supuesto.
- A una amiga:
Creo que eres la clase de persona que pide comprensión, respeto, cariño y tiempo, y luego a los demás los obligas a quedar el 24 de diciembre a las seis de la tarde, aunque hayan llegado a las cuatro a su casa y quieran estar con la familia después de varios meses fuera estudiando.
- A otra amiga:
Creo que eres la clase de persona que justifica todo lo que hace por una enfermedad mental, pero que luego simplemente no tolera que los demás podamos equivocarnos ni un milímetro y pasemos a ser llamados automáticamente insensibles porque no te hemos dicho que el pintalabios nuevo te sienta muy bien.
Podría seguir. Pero ya he soltado algo de bilis acumulada. Lo que sí he descubierto es que no soy vengativa (antes sí lo era) y francamente, una vez pasado el susto, me da igual lo que hagan. Yo dejé caer ayer algunas sugerencias, que fueron automáticamente rechazadas. Bueno, ya he cumplido, y como amiga no puedo hacer nada más que aconsejar y aguantar hasta un límite razonable las quejas. Lo que no me gustó nada, y eso no tengo por qué soportarlo es que me dijeran que ya soy "extranjera" de mi propia tierra. Puede que sí, pero no por estar haciendo un máster, sino porque me gusta tanto viajar que llevo unos años que apenas piso tierra.
Tampoco me gustó que me insistieran con los garitos de fiesta que he visitado y que dudaran de que sólo hubiera salido un par de días. Y cuando especifiqué que he ido a estudiar, dijeran que eso dice todo el mundo. Bueno, si tu eres tan listo, me alegro por ti. A mi redactar trabajos me supone invertir muchas horas de lectura y escritura. Y si digo que he salido un par de veces, es que he salido un par de veces. No hay que discutirme. Si miento, ya me pillarás y me lo echarás en cara.
Y ya la última cosa que me puso frenética fue que me dijeran que estaba callada y no contaba nada. Me he levantado a las siete de la mañana para dejar mi cuarto recogido, he salido a las 10:30 porque mi amigo ha llegado tarde, que me ha llamado a las 09:30 para avisarme que tenía un problema. He llegado a mi casa a las 16:00 y he estado con la familia dos horas antes de venir aquí. Me habéis puesto una copa de champán en la mano y todo lo que yo he empezado a decir ha sido sistemáticamente puesto en duda. ¿Te cuento mis conclusiones sobre mi tesis hasta la fecha, para que empieces a adelantarme lo que puede decir el tribunal cuando me toque exponerla y defenderla, o mejor me callo y os dejo que habléis de lo que os dé la gana y os escucho con cortesía antes de largarme viento en popa a toda vela? Porque de fiestas no tengo nada que contar, de borracheras tampoco, de hombres menos (sólo el abogado y no me apetece, ya les comenté por teléfono todo)... Por reducción, puedo hablar del máster. Pero considero que el 24 de diciembre no es el momento.
Bueno, pues eso fue todo. Que triste, pero es lo que tengo en estos momentos frente a mi. Lo bueno es que la distancia hace que estas cosas duelan menos. Lo malo es que cada día que pasa me siento más sola. No sé si soy una snob, elitista o simplemente más rara que un perro verde. Pero es una faena de las gordas.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Tengo quince minutos antes de salir disparada a clase. La verdad, ando algo perdida. Pero me apetecía teclear, a ver si me aclaro.
Este fin de semana ha sido de los más raros que he pasado. Desde una cita con mi abogado, en la que hice el chorra a base de bien (y no ha llamado, como prometió... Supongo que mejor no le doy vueltas al asunto) hasta salida con las compañeras, en la que también hice el chorra a base de bien, con un descenso a los infiernos breve, que iba acompañada.
O sea, tengo que aclararme yo misma con mis cosas. Conclusión rápida. Y rapidito, o me voy a ver pillada en breve por la cantidad de cosas pendientes que tengo. Mientras voy decidiéndome, disfruto de música: ghost riders in the sky. Una de mis canciones preferidas. Y ya asociada a la película de Nicolas Cage, me encanta la escena en la que el motorista fantasma cabalga con el caballero fantasma. Je, je, je...
Supongo que todo el mundo pasa por momentos raritos, pero empiezo a estar un poco cansada de los que me van tocando. Menos mal que llegan las vacaciones, y podré aclararme un poco.
Vamos, que nadie me malinterprete. No creo en dios ni en el diablo, creo que cada persona forja su destino. Las decisiones que tomamos son las que nos hacen como somos, para bien o para mal. Meditar no es un ejercicio de fe, sino de higiene mental, y ya es hora de que empiece a hacer algo con el montón de dudas que me están surgiendo.
Voy a coger el equipo de fotografía, los papeles y el boli, y vamos a ver qué nos deparan las clases. Mientras, digamos que cabalgaré tranquilamente hacia donde tenga que ir, hasta que sepa a donde puñetas quiero ir exactamente.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Agobios, presión, y válvulas de escape

Bueno, parece que el otro día me dio un momento demasiado largo de ansiedad y estrés con tanta cosa por hacer. Nada excesivamente grave, aunque las preguntas siguen planeando por ahí. Los momentos de crisis supongo que sirven para marcarte el momento de salir, hacer una parada en todo, y plantearse que las cosas no son siempre tan horribles como nos lo parecen. Y si lo son, es el momento de apearse del agobio, soltar presión y escaparse.
Ayer fue lo que hice... Salí por ahí con alguien a quien no conocía. Muy divertido, etc. Supongo que si tengo humor lo narraré en mi blog de ligues. Pero lo gracioso es que casi era como ver esa nueva faceta que he detectado salía. En circunstancias normales (o sea, antes) no hubiera actuado así. Y ahora ya he detectado los cambios, a base de observación y relax. Bueno, supongo que todo el mundo evoluciona, hasta yo. Ahora todo es cuestión de hacer un ajuste en las válvulas de escape, y cuando me vuelva a dar otra neurosis, ya sabré qué hacer.
Eso si, no sabía que andaba tan vulnerable emocionalmente. Curioso. Tendré que tenerlo en cuenta para el futuro, y no meterme en camisas de once varas...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Tempus fugit...

Acabo de llegar a mi habitación. He salido hoy a las 09:30, y no he aterrizado hasta las 20:00. Bueno, a la hora de comer he hecho un paseo breve y una siesta de diez minutos, y al mediodía me han traído porque me había olvidado en pen drive. Supongo que ninguna de las dos visitas cuenta. Han sido breves y enfermizas. Una por dejadez personal, la otra simplemente porque me pillaba cerca, lo mismo podía haberme quedado dormida el los wáteres o cualquier sitio, total, diez minutos es suficiente para que la cabeza repose físicamente apoyada en alguna estructura, no dan para dormir.
Y finalmente he conseguido llegar a mi cuarto. Tengo varias lecturas acumuladas que iré despachando cuando deje de teclear. Vía expeditiva, no hay tiempo. Además de lecturas, tengo un montón de fotos que organizar, papeles, y trabajos para terminar. Ponerles en punto final, el lunes imprimirlos y entregarlos. Para poder empezar con los nuevos. Mientras tecleo, fumo. Es el único de mis vicios que puedo mantener. Podría irme a tomar una copa, pero supone pérdida de tiempo y concentración, así que queda descartado. Podría irme de juerga, pero supone todavía mucho más daño. Realmente, puedo hacer lo que me de la gana, pero parece que voy a optar por sustituir viejos vicios por nuevos. Vicios de leer hasta tarde, tomar notas etc. Ya saben, vida de estudiante y esas cosas. Acojona sólo de pensarlo en frío. Con lo que me gusta a mi salir de juerga y ser una bon vivant, parece que doy el primer paso para dejar esas costumbres. No es un paso que se dé fácilmente, y casi podría decirse que las circunstancias que yo misma he creado fuerzan a ello. Sorprendente, cómo alguien se puede traicionar a si mismo...
La impresión que tengo en estos momentos es de que yo misma me he jugado una mala pasada. Me he zancadilleado miserablemente, y veremos qué pasa, si gano yo o yo, porque esto queda siempre entre mi persona. Hace unas horas estaba agobiada, ahora simplemente ando perpleja. O las cosas han llegado a un punto en el que me han desbordado de tal forma que no sé encajarlas, o no me conozco a mi misma porque estoy cambiando. Y desde luego cambios ya ha habido. Siempre he sido una persona que tarda en hacer las cosas, sobre todo en contestar a los mails. Ahora en el día, sorpresa. Siempre he sido una persona aficionada al cine de impresión, ahora hay cosas que tienen prioridad. Siempre he sido... ¿pero qué soy?
El tiempo vuela, no sé en qué acabarán todas estas dudas existenciales, aunque a la larga lo averiguaré, claro. Pero la pregunta que realmente subyace detrás de todo esto es bastante más asombrosa. Cuando vine a hacer el máster, creía que venía para ampliar conocimientos, pensando en un futuro trabajo. Además de poner tierra por medio con algunas cosas que realmente me estaban matando. Ahora dudo... ¿estaba haciendo eso, o simplemente huyendo de mi misma? El tiempo lo dirá, y a la velocidad que se me está pasando, sabré la respuesta en breve.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Agobios

Hale, son las 03:30 am, no puedo dormir, y ando leyendo como una histérica. Me está entrado complejo de subnormal profunda, cuanto más leo más dudas, más preguntas y más tengo que leer. Vamos, cabeza hueca total, que si me dan un golpe resuena más que una campana de bronce pulido.
Hablaba por teléfono hace unas horas con un amigo (de 22:00 a 23:00, no me gusta molestar), y según le iba contando lo que tengo pendiente, el tío se meaba de risa. Al final, un poco mosqueada, le pregunto qué le hace tanta gracia. Y me ha dicho que tal y como estaba hablando, lo que le contaba etc le recordaba a Scrat. Para los que no sepan quien es el personaje:
Creo que la imagen habla por si sola. La bellota no sé si es mi cerebro, que lo busco y lo intento conservar. Aunque podría ser que simplemente sea igual de metepatas que la ardilla. La comparación es graciosa, hasta yo me he reído. Pero sí que es verdad que me empiezo a sentir un poco como Scrat. Y creo que a cada día que pasa me parezco más a él en la expresión.
No sé muy bien qué hacer para lidiar con mis agobios. Tampoco voy a pormenorizar por aquí todo lo que llevo leído, y mucho menos lo que me queda por leer/hacer. No es interesante, y es demasiado largo. Pero nunca hubiera pensado que hacer un Máster me fuera a dar tanto curro. Recuerdo ahora que me decían las amigas que a ver si pillaba con algún tío que mereciera la pena. Je, pues como no me ligue a un bibliotecario o al camarero que me da de comer en la cafetería, chungo pastel. De hecho, creo que hasta tendría problemas de poder hacer uso de un vibrador si lo tuviera, por falta de tiempo. Como para meterme en el manejo y comprensión de hombres... Eso queda en la bandeja mental de "desparrame", bandeja en donde quedan todos mis planes locos, aquellos a los que les dedicaré tiempo cuando lo tenga.
Y también recuerdo que le decía a un amigo hace un mes, que mal tenían que ponérseme las cosas con el Máster si no me quedaba tiempo para componer música. Bueno, pues no queda tiempo. Hombre, podría no haber visto hoy "El vuelo de los dragones", peli de dibujos animados de 90 minutos, y no haber hablado tanto con la familia por teléfono. Claro que también podría volverme loca si no hago paradas. Queda pendiente después de hablar con la family hacer algunas cosas, entre ellas enseñarle el puto golpe de arco chopped a mi tío, que ya me resulta muy triste que no sepa hacerlo. Aunque palme en el intento, pero que lo vea y lo repita conmigo, por lo menos en las formas más simples. Y terminar la pieza que me pidió. Y ampliar sus conocimientos de improvisación, que por lo que me ha dicho, están bastante estancadillos.
¿Saben qué es lo más triste de toda esta historia? Que no enseño violín, que en mis vacaciones (si las tengo, porque todavía no he empezado con la tesis, próximo caballo de batalla al que le oigo galopar desbocado la semana que vien... digo, ya) me quiero volver a EE.UU.  a estudiar violín en los cursos intensivos de una semanita que tanto me gustan, y que esto del Máster me está gustando tanto que me planteo seriamente la tesis doctoral. Eso indica varias cosas: masoquismo de un grado bastante alarmante, pésima relación con la sociedad a la que evito refugiándome en libros, y chifladura generalizada. Necesito un bar, un gin-tonic de Magellan/tree fever (si, justo eso, no me dejen comentarios sobre mi esnobismo que no estoy para bromas), samba, y que nadie me dé el coñazo al día siguiente. Y no, no me hace falta un tío. No tengo ganas de proposiciones interesantes que me obliguen a pensar dónde están los condones en el bolso, y a mirarle el aparato con lupa para descartar ladillas y enfermedades venéreas. ¿Saben cual es el plan ideal? Escapada a un balneario que me conozco, sencillito, con buenas masajistas, y bar de cócteles  según se sale. Ficho el viernes a la noche, salgo el domingo a la tarde... Je, ya tengo solución a mis desequilibrios. Ahora a ver a quien atraco para tener pasta para aplicarla solución.

lunes, 28 de noviembre de 2011

¡Invasion!

La semana pasada ha sido bastante rara. Entre conferencias que me tenían atada a una silla ocho horas diarias y dos más para comer in situ, y el catarro que he sufrido este fin de semana, pues como que podría haber estallado la 3ª Guerra Mundial en mis narices, que no hacía acuse de recibo ni a jurar.
Pero mi sorpresa de alucinada ha sido mayúscula hoy. Juraría que llevaba todo en orden, y que no tenía excesos de material acumulado. Y de repente me he percatado de que los libros han empezado a colonizar mi espacio enano del cuarto. Y los que faltarán por añadirse al montón, claro. Sin contar con las afloraciones de kleenex usados que he descubierto hoy por todas partes, cuando he empezado a recuperarme del moquillo y lagrimeo. Esta todo plagado de papel, bien sea con mocos o sin ellos. Si encendiera una cerilla, en menos de tres segundos esto ardía que iba a alucinar.
Y encima he descubierto que ya me la han metido doblada en una asignatura. Lo que creía que ya tenía atado, y que la semana que viene entregaba tranquilamente, se ha convertido hace escasos minutos en un horror. Hablando con la profesora, quería hacer algo de visigodos, que va a ser mi tema. Bien, me dice ella, hay un libro muy majo sobre el tema, una publicación del museo... Ok, digo yo, optimista. La saco de la biblioteca, y a correr. Lectura rápida, para acelerar el proceso, resumen de la cuestión... ¡Horror! No es un librito, son cuatro volúmenes. Para cortarse las venas, que ya ando pillada de tiempo como una rata de laboratorio en laberinto con trampas.
Así que, para mi desgracia, hoy toca situación (donde estoy, quien soy, y como salgo de este follón en el que me he metido alegremente), zafarrancho de combate y eliminación de papelajos superfluos (kleenex usados, anotaciones que mejor resumo en un sólo papel etc) y organización del hueco libre para poder dedicar tiempo al empolle. No sé como he llegado a esta situación, la semana pasada algo pasé por alto, pero hoy hay que ponerle punto final a esto y arrancar, porque me gustaría pasar unas vacaciones en condiciones, disfrutando de la familia y gato, y no con la nariz metida entre papeles. Preferentemente, de meter la nariz en alguna parte, en una buena copa de cognac, a ver si eso me termina de quitar el moqueo.
Veremos... Voy a ver si elimino invasiones de mierdas, y regreso a mi funcionamiento habitual.

viernes, 18 de noviembre de 2011

IDEAS, RUMBOS Y FUTUROS

A ver, creo que ya tengo una idea clara en mi pelota. Si, no es coña. Y además, creo que sé como montármela para que no me la hundan, roben, o jodan. Si, no es coña ni mucho menos. Y encima sé con quienes contar; familiares y amigos, que en caso de necesitar personas, cumplen con tres requisitos fundamentales:
Han demostrado mil y una veces que podrán discrepar conmigo, pero no me putean, simplemente me lo dicen a la cara.
Son personas serias y trabajadoras en su campo, con buen curriculum.
Ante una propuesta de esta clase, estarán encantados, porque no les supone compromisos gordos.
Veremos qué pasa, la idea está madurándose en la cabeza, y supongo que hablando con familia, podré ir sacando más. Pero me queda bastante claro qué hacer, cómo funcionar... Sólo hace falta empezar a mover las cosas y ver si hay apoyos. Aunque lo veo tan claro, que incluso sin ninguna clase de apoyo sé que puedo sacarlo adelante. ¡Je, qué curioso, yo que nunca veo nada claro, y de golpe tengo todo organizado en la cabeza, pros y contras, dificultades, ventajas, trampas legales...! Ni yo misma me lo creo, me parece asombroso.

martes, 15 de noviembre de 2011

¡ME CAGÜENTOLOQUESEMENEA!

¿Qué pasa, es que soy un imán de mierda?
¿La gente desconoce los usos sociales y tampoco observa lo que hago?
¿Poner 450 km de distancia de locos es sinónimo de que quiero intimar con ellos, y se me metan sus amigos más chiflados aún?
¿O la gente es masoca y quiere realmente verme de mala leche?

Y lo peor, estas cosas me pasan por buena persona, y por pensar que no va a pasar nada. ¡Leches! A la próxima mariconada la respuesta va a ser de esas que luego me hacen arrepentirme, pero entre un "amigo" que me envía la foto de su chorra (el colmo de la originalidad) y a ver si quiero follar (literal); la "amiga" que se cree que yo he venido a Madrid para que cuando ella tenga tiempo libre haga de monitora de ocio, la juerga del sábado que me dejó bastante perjudicada y con malas pulgas, la jamada de anoche que terminó de rematarme, y ahora la amiga de la "amiga" que cree que voy a ir en Navidad para que salgamos todas juntas y sólo la he visto un par de veces en mi vida, y me ha bombardeado a mensajitos, una chorrada más y paso a cuchillo sin pestañear a un batallón armado hasta los dientes. Y tal vez luego me arrepienta, pero en el momento, ¡MENUDO GUSTAZO!

¡JODER, YA VALE¡ ¿NO?

jueves, 10 de noviembre de 2011

Dias raros

Supongo que el recibir malas contestaciones ha acabado haciéndome mella. O soy yo y mis circunstancias, pero el caso es que llevo toda la tarde bastante depre. No será nada grave, y mañana fijo que me levanto mucho más animada, pero la sensación de inutilidad de hoy no me la quita nadie.
Supongo que todo el mundo tiene sus momentos, pero me sorprende la gente que aparentemente es tan fuerte. Bueno, últimamente me sorprende todo, para me voy a engañar. Me sorprenden las contestaciones de la gente, la estupidez, mi vagancia, y hasta que el sol salga por la mañana.
Tal vez sea consecuencia de andar todo el día así de alucinada. Que ahora ando anestesiada, y lo confundo con depre. La verdad, no tengo ni idea, pero espero que para mañana se me pase. Estaba recordando la escena de "salir del armario", en la que el protagonista le dice a su ex lo desagradable que es y lo mucho que le había costado curarse de ella. Es una escena divertida, porque realmente la tía es una egoísta de impresión, y él durante toda la película había sido un pobre hombre. Espero no ser un François Pignon a la española y en mujer, claro. Y al menos el de esta peli ni tan mal, porque como sea el de la cena de los idiotas, voy apañada.
Veremos si mañana se me pasa todo. Y a ver si termino de decidir qué voy a hacer con tanto imbécil a mi alrededor. Porque, deprimida o no, alucinada o no, idiota o no, empiezo a notar que la sangre me hierve de una forma exagerada. No sé, me irá a cambiar el carácter o algo así. Veremos en qué acaba todo, entre el máster que me está agobiando, la falta de referencias para muchas cosas, y tener que morderme la lengua...
Normal que ande depre, ¡que coño! Lo raro sería que con tanto cambio me encontrase en perfectas condiciones. A veces yo también tengo unas ideas de bombera torera.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Con la que está cayendo...

En breve me pondré a preparar unas cosas que tengo pendientes para el máster, después del rato que tuve anoche de relax. Pero antes, no he podido dejar de pasarme por aquí a teclear unas impresiones que llevo arrastrando desde anoche a las 23:00 hasta ahora, que las pienso escribir y después dejar en la sección de "solo para momentos de quemaduras emocionales" que tengo.
En mi ingenuidad, que debe ser más infinita que la estupidez mundial y bastante similar a ésta, pensaba yo que con la que está cayendo la gente era mucho más efectiva en su trabajo. Por no perderlo y esas cosas, y porque nunca se sabe con quien estás hablando, y puede que dé mala información tuya si no eres un poco atento. No confundamos, no digo que se desvivan por ti, pero cuando trabajé de cara al público (secretaria, profa y segurata) procuraba ser bastante amable con las peticiones que se me hacían. Es mi forma de ser, y aparte de eso, me gusta pensar que todo el mundo haría lo mismo que yo. Quid pro quo y todas esas cosas bonitas. Así, cuando se me pedía información, ayuda o lo que fuera, intentaba hacer las cosas lo mejor que podía dentro de mis escasos márgenes. Recuerdo haber pasado un mal rato con un chico que quería cobrar la pasta que había ganado al momento, y haber tenido que dársela a medias con una azafata de nuestro bolsillo, y luego el chorreo que me cayó del jefe, porque decía que el tipo tenía que haber esperado. Si, me cayó, porque dije que la azafata simplemente copió lo que yo hice a regañadientes, cuando las dos lo hicimos de buena voluntad. Recuerdo haber dejado mi móvil a personas en el aparcamiento para que llamaran porque se habían quedado sin batería o no tenían teléfono (turistas) operativo, y encogerme de hombros cuando me llegaba la factura un poco más abultada de lo que debería a fin de mes. Mala suerte, espero que cuando yo tenga un problema haya gente así cerca que me pueda ayudar, y creo que con el ejemplo se puede lograr mucho. Y nunca olvidaré a aquella señora francesa con tres niños que se había perdido, los cuatro llorando de pura desesperación, a la que la dejé mi teléfono para que llamara a donde le diera la gana. Cuando finalmente pudo localizar a su marido, me dio un abrazo y dijo algo que entre sollozos juraría que era algo así como que nunca hubiera imaginado que en España los de seguridad fueran tan efectivos y educados. No sé, lo mismo me llamaba cabrona en francés, pero no creo que sea lo que se dice cuando se abraza a alguien, con muchos "mercis" y "mercis bocú" entre medias.
Es algo que sigo haciendo, y que haré, espero, hasta que palme. Entiendo que pocos somos autosuficientes, y que todos necesitamos ayuda en determinados momentos. Y es un comportamiento que he visto mucho en otros países. En La India me ayudaron en mil y una ocasiones, con una educación exquisita, nunca me quedé colgada. Y en EE.UU. igual. Me dejaban el teléfono en cualquier tienda (no había ya cabinas) y nunca miraron ni a dónde llamaba, ni aceptaron pago por la llamada, porque me ofrecí a pagarla. Nada. Me llevaron a los sitios sin preguntar nada, nadie creo que pensaba que era una jeta o alguien tocapelotas, simplemente me ayudaron en lo que pedí, como buenamente pudieron, y se acabó el problema.
Y no deja de sorprenderme lo que veo a mi alrededor, que es de vergüenza ajena rozando ya el esperpento. Con el máster, he tenido que llamar a un par de sitios a pedir información. No crean que estoy llamando para pedir el nº de cuenta bancaria o la tarjeta de crédito. Juro que ha sido pedir información, la que buenamente me puedan dar, sin querer molestar. Lo que tengan a mano y puedan enseñarme sin hacerles perder tiempo y sin causarles molestias. Cuando yo estaba de cara al público, una petición así a mi me suponía quitarme el ratito del café y de papar moscas para buscar algo para esa persona que necesitaba algunos datos. Generalmente en media hora tenía algo para mandarla, y siempre me dieron las gracias, me dijeron que tenían suficiente, y que agradecían la molestia. Pues me he encontrado que ahora todo el mundo me remite a internet o simplemente me dicen que tururú, que pido demasiado. No todo el mundo, gracias al cielo ha sido así. Pero a los dos organismos a los que he llamado solicitando información, eso es lo que me han contestado. Y no deja de sorprenderme, porque, con la que está cayendo de crisis, vete tu a saber si la señora que está al otro lado del teléfono/ordenador no tiene contactos y se queja de que no la han atendido correctamente, por poner un pensamiento egoísta pero inteligente. Y no se crean, que tengo mails que podrían dejar a cualquiera alucinado. Nada. Ni siquiera el más mínimo destello de "voy a hacer que muevo un dedo porsiaca". Ni siquiera eso.
Así que ando con un cabreo del quince, y hoy a poco más mando a paseo al italiano que me da la chapa para que le explique cómo se hace la colada. No lo he hecho, porque el chaval no habla bien español, anda perdido, y no tiene culpa de lo que me pase a mi.
Y me he acordado de un ex-jefe y cómo lo conocí. Era mi segundo día en seguridad. Me habían dicho que los coches que estuvieran mal aparcados había que retirarlos como sea, porque luego se formaban atascos y era mucho peor. Entonces vi un coche mal aparcado, un seat ibiza. Me acerqué y le dije al señor que iba dentro que lo moviera. El hombre me miró divertido y me dijo que no, que iba a hacer unas cosas y volvía en seguida. Se fue. Le dí cinco minutos de cortesía, y como no volvía, llamé a la policía para que vinieran con una grúa. Vino la poli etc. Al de media hora del incidente, me llaman por radio, que tengo que ir inmediatamente a gerencia, que el gerente ha dicho que quiere hablar conmigo. ¿El gerente, si llevo dos días? ¿Qué puñetas querrá de mi? Voy a gerencia, llamo a la puerta, me dicen pase y... ¡Tachan! El propietario del seat ibiza. En fin, pensé yo. Chorreo, broncazo, quizá me diga que le tengo que pagar la grúa, y despedida. Puse cara de impasible. Total, ya sabía lo que había hecho, y lo volvería a hacer. Que seas el dueño no te autoriza a saltarte las normas, y a ver cómo le digo yo a un tío que quite su coche si tengo uno aparcado más de media hora...
El hombre me felicitó, dijo que le gustaba la gente con ideas claras, y que, por favor, memorizase la matrícula y modelo de su coche para evitar problemas en el futuro. Durante los dos años que trabajé para él, nunca volvió a dejar el coche mal aparcado, y cuando me fui, me dijo que si volvía al paro, que le llamase, que intentaría ayudarme. No lo he hecho, y no lo voy a hacer. Pero me pareció un tipo correcto, que sabía apreciar a la gente que tenía delante. La gente decía que era raro y un metete, y llegó a despedir a compañeros por verlos sentados en un bolardo. Eso es lo que rumoreaban, aunque estoy segura de que algo más habría de fondo. Echo de menos a aquel jefe, y echo de menos una sociedad donde la gente no ande tan preocupada por cómo tocarse los huevos en el trabajo y sí ande preocupada por cómo cumplir con el expediente del día para llegar a casa y poder relajarse con familia/amigos/animales de compañía y dormir a pata suelta, porque saben que han hecho lo que debían, y que mañana será otro día. Caiga lo que caiga.

martes, 1 de noviembre de 2011

Meditando...

Si alguien me pudiera ver ahora pensaría que estoy como una cafetera. Pero como tengo la ventana cerrada a cal y canto, nadie puede ver qué hago además de teclear. Sólo diré que tengo dos ordenadores encendidos y ando usando los dos a la vez. Suficiente como parecer friki chiflada.
El caso es que he pasado algunos días muy nerviosa. Muchos trabajos y cosas para entregar, mucho recopilar información, y mucho tratar de aclararme las ideas.
Así que ando ahora tratando de quitarme de encima agobios variados, y mañana será otro día en el cual empezaré a intentar responder a todas las cosas que tengo pendientes.
Pero hay algunas cosas que quedan pendientes y que no tienen fácil solución. Hay cosas que no se arreglan mandando un mail o haciendo una llamada. Son cuestiones que afectan a la persona, y que uno no sabe si se las imagina o si son reales. Como es fácil suponer hablo de relaciones entre dos personas y no de otra cosa. Y de esas dudas raras que de repente te surgen acerca de a donde puñetas va a conducir esto, y hasta donde puñetas quiero que llegue esto. Me pasa con varias personas, y ando tratando de pensar por donde desembocar cada cosa.
Estudiar tiene sus compensaciones, y es que te permite aplazar las decisiones personales. Pero el tener cierta edad te hace saber que o te andas al loro, o te estallarán cuando menos lo necesites...

viernes, 21 de octubre de 2011

Ponga un Mr. Bean en su vida. No se arrepentirá.

La vida depara curiosas sorpresas. Si. Yo hace un año y medio no me imaginaba cursando un máster, me imagino que nadie se imaginó de pequeño con el empleo actual, y supongo que mi gato se estará preguntando dónde puñetas estoy que no vuelvo.
Estas sorpresas, sean pequeñas o grandes, sean inesperadas o predecibles, nos dan alegría y nos animan a seguir. Al menos a mi que me gusta el cambio. Supongo que a otros se les hará cuesta arriba, claro. Pero son esos cambios, el conocer cosas nuevas, hacer cosas nuevas, o simplemente que te pasen cosas nuevas lo que nos da vida y animación.
¿Y qué pinta Mr. Bean aquí?
Bueno... Digamos que por circunstancias del guión que me ha tocado, he descubierto lo que es poner un Mr. Bean en tu vida. Mr. Bean es ese personaje callado que a todos nos hace gracia por sus gestos. Es ridículo, trasnochado, cerdo y guarro hasta el vómito, egoísta hasta que se le toca la fibra sensible... Es como yo, y como Usted, si es que hay alguien leyéndome. Si, en la intimidad, todos somos un poco Mr. Bean. A todos nos gusta meternos el dedo en la nariz explorando las cavernas insondables llenas de estalacticas y estalagmitas, buscando la sustancia pegajosa, pero sabemos que eso se hace en privado, con la ventana cerrada, la puerta chapada, y detrás de una cortina. Y estoy segura que todos en algún momento de nuestra vida hemos sentido la necesidad de hacer alguna que otra cosa "misterbiniana", si es que no la hemos hecho. Por ejemplo, guardar la pasta en el forro de la corbata (o en el sujetador en caso de mujeres, todo un clásico), o intoxicarnos en la sección de perfumería... No tiene nada de malo, incluso es divertido hacer el ganso a veces, y sano. Que deje un comentario el que nunca en su vida se haya puesto frente al espejo a examinarse con atención un grano o espinilla y no haya hecho el amago de reventárselo. Vamos...
Pero... ¿y si en vez de ser tu Mr. Bean en la intimidad, te toca a un ser "misterbiniano" al lado? Ay, es que eso es lo que yo he descubierto. El bueno de Mr. Bean tiene algo sublime, y es que no habla. Es silencioso, caricato mudo de las pequeñas miserias humanas. Pero... los personajes reales hablan. Hablan por los codos, como si les dieran cuerda, y todo lo que dicen sería digno de una película de los hermanos Marx, si no fuera por la gestualidad que les acompaña, y porque no es una película, es la puta realidad, tengo que empaparme de lo que cuenta el profesor, y me estoy poniendo frenética.
Pero si le toca en desgracia un personaje así, no se arrepentirá, doy fe. Lo primero que te llama la atención es la ropa. Tiene siempre un toque demodé que hace que pase inadvertido hasta que descubres que está dentro de tu círculo de personas. En este caso hablo del máster, pero daría igual que fuera en un concierto, en el tren, o donde sea. Descubres que hay algo en las señas de identidad del personaje que no termina de cuadrar. No parece peligroso, así que simplemente haces el cálculo mental de que por la mañana se levantó con prisas y no calculó que se ponía exactamente.
Luego descubres que se mueve. Hombre, yo también me muevo, y hasta las plantas se mueven. Pero es algo también atípico. Como el que va a un concierto de heavy y se pone a dar saltitos, o el que va a una discoteca y empieza a sufrir espasmos raros. Algo no cuadra.
Y finalmente llega la confirmación de tus sospechas: habla. Y habla por los codos. No para de contarte lo que a él le gusta, lo que hace, lo que deja de hacer... Todo ello basado en un egocentrismo que haría sonrojar a un giróstato. No es egoísta, porque tampoco da para eso. Tiene emociones, y si ve que hay alguien alrededor fastidiado se solidariza, pero digamos que como siempre va a lo suyo, parece egoísta. Y de repente se te pega, igual que Mr. Bean cuando pierde el billete del metro para pasar el control de salida. Y no calla. Te cuenta tooooodddddddaaaaaaa su vida, que se podría resumir en: "Yo. Mi experiencia de mi mismo. Cómo voy a seguir experimentándome a mi mismo."
Obviamente como no puedes huir (ya se sabe, clase recinto cerrado, necesito escuchar al profe, si es que este tipo calla y le deja contestar a las preguntas que le ha hecho), los dolores de cabeza empiezan a proliferar y intentas parar esa fuerza de la naturaleza humana desbordada por la presencia de otros que no reparan de la debida manera en su yo y lo que ello implica. O, las primeras veces, te quedas alucinada, con la boca abierta, incapaz de articular palabra. Y claro, te sorprende con "¡qué atenta eres! Ni pestañeas cuando te hablo. Eso me recuerda aquella vez que yo..."
Pero, sinceramente, ponga un Mr. Bean en su vida. No se arrepentirá. Descubrirá muchos vergonzosos puntos en común con él, que, si es inteligente intentará suprimir. Y si no lo es, copiará el sistema para amplificarlos. Descubrirá que todos somos un poco críos aunque nos la demos de serios, adultos y responsables. Y se sorprenderá al descubrir que a estas personas se les pueden dar responsabilidades. Puede que no le guste como las gestionan, o que le pongan nervioso, pero sorprendentemente, las llevarán a un puerto bastante aceptable y seguro.
Pero nunca olvide la caja de aspirinas. Esa viene a ser ya parte de su kit de supervivencia a partir del mismo momento en el que se cruce un Mr. Bean en su camino, porque los reales, desgraciadamente, hablan.

lunes, 3 de octubre de 2011

Finalmente ha empezado el máster. Andaba ya nerviosa, no veía la hora de empezar, y pese a que he tenido tiempo para prepararme, al final me ha pillado con todo descolocado. Si. Tengo la última maleta sin deshacer, tengo lenguas folk que estudiar, y música, y no he organizado todas las mierdas que me he traído conmigo... Además de dejarme alguna cosa olvidada en mi última escapada a casa por arreglar cosas.
Vamos, tengo un lío fenomenal, que es por mi culpa, claro. Podría ser peor, podría no haber solucionado mis cosas y encima tener este lío. Pero no me interesan las hipótesis, me interesa dejar todo esto terminado para mañana (vamos, que hoy toca zafarrancho de combate) y no tener ninguna cosa pululando por mi cerebro a modo de lamentación conocida...
Pero, como siempre digo (y eso me lo enseñó uno de mis profesores de la universidad), la vida es solucionar problemas. Lo que no sabía es que yo era tan condenadamente torpe, que me genero mil y un problemas. Supongo que será por la comodidad que siempre he tenido, y porque he perdido el callo de andar yo solita para todo. O no estoy acostumbrada a tener todo lo fundamental (me refiero a banco medico de cabecera, inspección de la guardia civil de armas, carnet de conducir, facturas...) a 400km y tener que apañarme a la lejanía, sin poder delegar en alguien, aunque sólo sea en el gato para que limpie el polvo mientras yo medito... En fin, no se puede delegar, y tendré que apañarme. Así que abandono el teclado, porque mientras estoy aquí, la maleta me está arañando el espíritu con su mera presencia, y amenaza con quedarse para siempre ahí arañando, si no levanto el culo de la silla y la deshago inmediatamente.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Esperando...

Levantarse, gimnasio, ducha, comidita al morro, siesta, peli, estudiar lenguas folk, violín, peliculita y catre. Llevo un par de semanas con esta dinámica, más o menos. Delicioso. Sin agobios, sin responsabilidades, sin tareas urgentes... ¡Ostrás qué dulce me sabe la coca-cola light después de dos semanas sin probarla y tomar todo sin azúcar!
Supongo que este trago de coca-cola (real y metafórico) es lo mismo que el comienzo del máster pero con más matices en el paladar de las emociones. Al final me empieza con un par de semanas de retraso, cosa que no es grave. Pero esa ansiedad que tenía ha quedado un poco adormecida, y parece que simplemente espero. Supongo que el domingo a la noche me volverá a pasar como siempre. Nerviosa pensando que tengo un máster no podré dormir. Nerviosa porque no duermo y me puedo quedar dormida en cualquier momento a pata suelta, podré el despertador a todo volumen. Finalmente no dormiré, no dejaré dormir a nadie con los ruidos, e iré a la presentación con dos palillos en los ojos. Supongo que será conveniente que pida un par de pastillitas de dormir a mi madre. Generalmente media es suficiente para que caiga como fulminada por el rayo de algún dios cachondo del pasado.
Vamos, que en breve tendré que paladear el retorno al estudio en serio, a moverme en ambiente universitario, y a vivir como estudiante que no tiene un ochavo. Creo que no será tan dulce como la coca-cola, pero si mucho más... calmante.
Aunque pueda parecer un salto en esta entrada, las emociones nunca saltan, se entremezclan, y hoy se me han entremezclado con las de una amiga de EE.UU. a la que hace un año que no veo. Un año sin quedar para nada, un año sin hablar por teléfono skype etc. Sólo las letras tecleadas en el ordenador y el recuerdo de siete días que fuimos compañeras de habitación. Le decía a otro amigo que nunca pensé que se pudiera mantener una amistad por internet de una forma tan intensa. Lo irónico es que a este tampoco le conozco en persona, es un amigo de internet. Parece que esa ruptura que tanto buscaba de mi círculo vicioso de alguna manera se empieza a notar. Aunque sean gente que lleva de una forma u otra dentro de mi vida cierto tiempo, parece que de alguna manera los lazos se entremezclan más. También hago mis progresos en la residencia con la gente, aunque más despacito. Supongo que será porque en persona las personas imponemos mucho más. Desconfianza, intimidación, dudas, preguntas...
Pero ahí están las nuevas circunstancias, vida y situaciones. Esas que nos obligan a reciclarnos, y a probar nuevas estrategias a ver qué pasa, porque ya sabemos qué pasa con las antiguas y no queremos ir a parar al mismo punto del que hemos partido. Así que ahí andamos, a la espera del futuro. Porque, para qué engañar a nadie, el que me estaba acechando en mi casa ya lo conocía demasiado bien y no me gustaba. Así que he salido a ver si hay otros futuros interesantes por ahí... :-)

martes, 27 de septiembre de 2011

Bienandanzas e fortunas

Así se titulan los 25 tomos de historia, mitos, leyendas, autobiografía de más mezcolanza propia de la época escrita por Don Lope de Salazar, mientras estaba prisionero en la casa de Muñatones. Como yo, este hombre era historiador (en su época al recopilatorio de estas cosas se le llamaba escribir historia), vivió en una época de fuerte crisis, y tiró "pa´lante" como pudo. Viajó mucho para la época, aunque simplemente fuera porque fue desterrado a Cádiz, o por las guerras de banderizos. Destacaré de este señor que vivió unos 75 años, cosa insólita para la época. Y que medía dos metros diez, cosa también atípica.
Me he acordado de este señor mientras estaba tragándome un libro como podía. Un libro de estos que te cuenta cómo era la vida de vascongadas hace unos... ¿50 años? Vascongadas en época de nuestros abuelos, vamos. Leía con morbosidad ávida de carnaza, mientras la imagen de Salazar me venía a la mente. Fue conocido con el sobrenombre de "el sabio", y me preguntaba qué hubiera dicho aquel hombre, mujeriego y bastante razonable (teniendo en cuenta el contexto histórico) de haber tenido que vivir estos tiempos. No sé si él hubiera sido de mi parecer, pero no entiendo esa obsesión de recrearse en el tiempo pasado, que indefectiblemente es mejor según muchas personas. Y además de mejor, indubitablemente es como ellos cuentan, sin dar lugar a realidades paralelas. Nunca hay alternativas, y parece que cuando se habla de los nazis a todos nos viene a la mente Auswitch y nunca la volkswagen (fue creación de los nazis). Cuando se habla de la Edad Media todos imaginan el banquete con cochinillo y su manzana en el morro, las señoras con los trajes elegantes, y el caballero con armadura que se bate en duelo, pero pocos relacionan la Edad Media con en nacimiento de las universidades en Europa, la aparición de la burguesía, con Roger Bacon, o con ese esplendoroso final en forma de Renacimiento, movimiento que llamó a lo anterior bárbaro (y gótico), pero al que debía precisamente esas ideas. Todos los momentos históricos tienen sus claroscuros, y no entiendo esa forma de idolatrar el pasado (sobre todo el pasado reciente) que tienen algunos seres. O se ceban en la guerra civil y en sus desgracias (que las hubo, pero no todo fue malo) o te hablan de paraísos bucólicos con caseríos y familias tradicionales. Y el hecho es que ambas realidades existieron. Es como en Almas de metal (nunca Yul Brynner tuvo un aspecto tan pequeño y a la vez tan amenazador). Todo el mundo va de vacaciones a estos paraísos perdidos del pasado, porque saben que ese pasado está controlado por unos ingenieros que evitan que el pistolero me vuele la tapa de los sesos, el noble de turno me obligue a echar un polvo con él y su aliento apestoso, o el romano de turno de sodomice hasta que se aburra y pase a atiborrarse en el triclinium.
No, hay cosas que son claras. Ignoro si los tiempos pasados fueron mejores o peores, pero la lógica me dice que en determinados aspectos y según tus circunstancias personales fueron peores. Lo más probable es que simplemente por ser mujer, cualquier tiempo pasado para mi fuera peor. Y si tengo problemas de salud, lo más probable es que en cualquier otro tiempo pasado hubiese muerto hace ya bastantes años. Lo que me deja pasmada es por qué seguimos en ese mundo de ficción que construimos en torno a la historia, ensoñación absurda y mitificación que hace que Las bienandanzas e fortunas de Lope sean un compendio riguroso y exacto de la historia. Al menos planteaba cosas buenas y malas. Cosa que hoy brilla por su ausencia, polarizando todo lo que sucede a bueno/malo, sin darse cuenta de que las cosas nunca son 100%. Que todo tiene aspectos negativos y positivos, y aunque la creación de la volkswagen no exime de responsabilidades sobre Auswitch, tampoco debemos olvidar que supuso un progreso. Un progreso tangible, que al igual que la monstruosidad de Auswitch, sigue teniendo su influencia hoy día.
Francamente, creo que hay que plantearse muchas mejoras sociales, pero la primera debería ser lograr una madurez social, porque, pensándolo en frío, si el bueno de Salazar levantara la cabeza, supongo que cogería una espada y empezaría a eliminar asnos. O, más probable todavía, fundara un centro de educación. Nunca se sabe lo que harían los personajes del pasado, sólo podemos saber lo que ya hicieron. Para bien y para mal. Y juzgarlos según sus actos en conjunto, no según apetencias y modas del momento.

P.D.- En ningún momento hago defensa del nazismo, que detesto. Simplemente he señalado una cosa positiva. De la misma manera que no hago defensa de la teocracia y el feudalismo de la Edad Media, simplemente señalo que fue cuando surgen las primeras universidades. Por si acaso alguien descontextualiza las frases. Me he limitado a señalar hechos. El peso de Auswicht, como digo, es bastante mayor que lo positivo que se pueda sacar de Volkswagen. Pero me repatea la manía de reducir la historia a arquetipos en los que parece que nunca hubo puntos intermedios o situaciones que planteasen dudas de carácter moral, ideológico... Eso es lo que comento, y eso es lo que no quiero que se me haga, así que lo vuelvo a comentar, en versión resumen.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Organizarse...

Bien, esto ya es otra cosa. Ayer andaba algo mosca conmigo misma por mi nivel de vagancia y porque no hacía nada. Hoy ya ando algo más puesta, y con planes de cómo afrontar las cosas. Ya con las ideas claras, y sin vagancias supinas, he retomado varias cosas. Supongo que me espera una tarde amena de estudio, en la que la máxima diversión será la improvisación de violín, que no es moco de pavo. Eso si, lo que debería empezar a hacer es organizarme las horas, para evitarme pérdidas de tiempo chorras.
La verdad, me gusta vaguear, y para qué voy a intentar engañar a nadie, me apasiona estar haciendo de marmota en hibernación. Pero toca ponerse seria con estas cosas. Así que habrá que aprovechar las endorfinas que el organismo ha generado durante hora y cuarto (todavía no me explico cómo he conseguido aguantar tanto tiempo en un gimnasio) para preparar todo.
Y dicho esto, para darme autoánimos, poco queda por decir. Bueno, si. Hay un capítulo que he dejado abandonado, pero me gustaría dedicarle medio segundo: la amiga pesada. Quitando un día que me llamó, sin noticias de ella. No se la echa de menos, señal de que las cosas estaban más deterioradas de lo que pensaba. No ha llamado, señal de que ya ha buscado sustituta al menos momentánea. Era como un vampiro de fuerzas. Da gusto pensar que nadie te va a sorprender con una emergencia emocional porque... porque... ¿sus padres le han dicho que tiene que madurar? ¿un tío que acaba de conocer no quiere casarse con ella? ¿alguien le ha contado que tiene un problema y no sabe qué hacer?
Otras, menuda liberación... Inenarrable. Y sin darle malas contestaciones, encima me ahorro que me ponga verde perejil y malas caras.
Entre el ejercicio y esta breve reflexión, y la ducha que me voy a dar, si no soy capaz de recuperar el ritmo es que además de imbécil congénita y procastinación, tengo un serio problema de necesidades y prioridades.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Vagancia...

Te marchas un fin de semana, te dicen que el master empieza más tarde, y descubres que tu natural vagancia ha decidido que tu hora de levantarte de la cama es las 10:00 am y que nada de trabajar y leer. Bueno, tampoco me agobio. Entiendo que mi finde ha sido bastante movidito (viaje 400km, examen, cumpleaños, arbitraje, viaje 400km vuelta), y que descansar tres días no debería ser malo a priori. Pero eso, tres días. Hoy fecha tope. Delante de mis narices tengo la lista de cosas que tengo que hacer a diario, las que yo he elegido, y no las hago. Es un recordatorio doloroso, que te hace pensar...
Y no me gusta tener ese listado ahí, como una campana de la agonía que tañe sin necesidad de ser tocada. Es francamente doloroso, pero sirve para darse cuenta de lo poco que pueden durar los buenos propósitos si no te pones firme sobre ellos. Y también sirve para darte cuenta del paso del tiempo. La semana pasada fui capaz de hacerlo todo y además de ver películas, limpiar etc. ¿Y esta semana? ¿Qué me pasa? Je, je, je... La mente tiene unas habilidades notables para engañarte, y al final te tiras tiempo vegetando y vegetando... Así que el descanso se acabó, y aunque hoy no haga todo, al menos tienen que caer dos cosas, por cuestión de coherencia y porque si no se acumulan. Y ahora me voy a poner con el cuarto, que me he dedicado a dejar las cosas tiradas donde caían y si dejo que esto se perpetúe un poco pronto disfrutaré de una pocilga personal.
Hale, a ponerse las pilas.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Aplazamientos...

Finalmente he visto algo de cuando empieza el Máster. Tengo que esperar al día 3 de octubre. Eso significa que andaré por Madrid dos semanas libre, disfrutando del buen tiempo. Y ya puesta, me iré a ver algunas cosas. Los fines de semana, haré retorno a casa, para que no se me agobien.
En cuanto a conocer gente, pasé por donde me dijo la chica que conocí fumando, pero la edad media era 18 años y no me apetecía nada quedarme allí. De todas formas, seguro que no tengo ningún problema. Ya he hablado con varias personas, la cuestión es estar tranquilita.
Y poca novedad más. Animada, aunque el pequeño retraso del Máster me resulta molesto, pero no hay mal que por bien no venga. Podré meterle caña a las lenguas folk sin agobios, y leerme algunas cosas que tengo para preparar el Máster en la tranquilidad de mi cuarto.

martes, 13 de septiembre de 2011

Fumar, ese gran vicio que abre puertas...

Sigo en la universidad, con algunas dudas aclaradas sobre quien soy, donde tengo que ir etc. Al menos para las cuestiones universitarias, claro. Las preguntas metafísicas hace tiempo que dejaron de importarme. No mucho tiempo, pero sí el suficiente como para saber que la respuesta a todas ellas está al final del camino, y que la meta la conocerás cuando llegues a ella.
Estaba sentadorra en la cafetería de la residencia. Efectivamente, espatarrada en una silla de plástico, de espaldas al sol, fumando un pitillo, mientras esperaba una llamada al móvil y organizaba mentalmente el día y mis horarios. Placidez de mañana soleada, con mi cafelito, mientras veía el tótem que indicaba que esto es una universidad, y veía las árboles del recinto. Cuando andaba pensando en el gimnasio y la piscina, una voz joven aparece entre los rayos de sol:
- ¿Podrías darme fuego, por favor? Es que no tengo mechero...
- ¡Si, hombre! Toma, quédate con el mechero.-Le enseño que tengo tres, así que, uno menos no debería ser grave.
La voz era de una chica, con la que he hablado unos minutos, muy simpática. Me ha comentado que para presentarnos se hacen en el césped de la residencia unas reuniones a las once de la noche, que me pase por allí, entre otras muchas cosas. No es que me apetezca meterme a saco en la vida de un estudiante de primero en residencia, pero sí que me gustaría conocer a algunas personas. Más que nada porque todos somos sociales, y pese a que sea un hurón, también yo necesito un poco de compañía. No sólo he venido a estudiar, también he venido a conocer personas, y ver si hay gente parecida a mi por ahí suelta, etc.
Así que agradezco notablemente que el tabaco me abra algunas puertas. Supongo que también me abre la puerta al cáncer, tonta no soy, pero son muchas veces las que, por estar tranquilamente fumando, se me han acercado personas y he podido hacer amistades. Así que, con nueva posibilidad a la vista de abrir el círculo social, ya algo más animada. Ahora no me resulta tan horrible tener que estudiar el euskera de las narices ni el andar paseándome solitaria en busca de las cosas. Seguro que luego a la noche, echaré unas risas. Y si es en el césped, con un cigarrito, como no. En honor a ese vicio sagrado que los indios de norteamérica tanto aprecian.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Ya estoy aquíii...

Ya en Madrid, casi instalada. Con las maletas deshechas y puestas casi todas las cosas en su sitio. Ahora ya sé lo que me he olvidado (secador, tostadora, zapatillas que no sean las de viaje...) y no corre ninguna prisa, como aquello que he olvidado y es absolutamente necesario; papel higiénico ha sido mi peor error. Menos mal que había un rollo de cortesía. El segundo erro ha sido confiar en la tarjeta de crédito y olvidarme de los 50 € que tenía para estos días reservados. En la cafetería universitaria no se aceptan tarjetas de crédito. La primera tarea que haré cuando abandone la comodidad de mi habitación es ir al super y comprar estas cosas urgentes, previo paso por un cajero, claro.
De momento conozco al vigilante-recepcionista y al camarero de la cafetería. :-) Supongo que poco a poco iré ampliando círculo, aunque todavía necesite tiempo. Pero tengo una semana de ir situándome y ver qué se cuece por aquí.
¡¡YA ESTOY AQUÍ!

viernes, 9 de septiembre de 2011

La cuenta atrás

Ando ya con la cuenta atrás de mi marcha a Madrid al máster, preparando todas las cosas que necesito. No diré todas las mierdas que me llevo, porque sería como un canto al pijismo, aunque he de reconocer que con un boli y el dni debería bastar. Pero se carga el ordenador, la música, algunos libros, los violines... :-) Es un año, no tres días. Pero es un año que espero con impaciencia. Según he ido empaquetando cosas (cables, libros, material de papelería, ordenador, discos variados...) ha sido hacer una selección de cosas que durante el próximo año serán básicas en mi vida. Mi colección de minerales, mis enciclopedias y libros de consulta, mi gato, la moto, los libros de leyendas y cuentos que tanto me gustan, mis álbumes de fotos... Todo queda atrás. Hola tecnología, instrumentos musicales, y ropa que sea algo mejor que un chándal cutre para andar por casa.
Ahora he pinchado un poco de música de los indios de norteamérica, mientras fumaba un cigarrillo. De repente, todo parece estar en calma. Las piezas cuadran, y como una especie de chamán científico (mira que me suena contradictorio...), espero que este viaje me abra muchas alternativas (personales y profesionales), ayude a que conozca más cosas (históricas, científicas, humanas, mundanas...) y me ayude a superar mis demonios personales (vagancia, complacencia, pesimismo, soberbia, inseguridades...).
Hace muchos años ni se me hubiera pasado por la cabeza comparar esto con rollos chamánicos. Es lo que tiene ser joven y leer mucho: no distingues lo auténtico de la fantasía, y todo aquello que sea exótico y misterioso te gusta, mientras que lo académico te parece vacío y muerto; claustro de ratas sin vida más allá del papel. Parece que sólo puedes llegar a tu propio yo si haces un ayuno de 40 días en un bosque sólo, fumando algo raro, con ejercicios físicos etc. Y sin embargo, ahora me parece que para llegar a mi propio yo tengo que hacer algo distinto: en este caso, y por seguir con los términos chamánicos/new age etc, una peregrinación de 400km (coche cargado hasta los topes), un control de comidas (cuando me den el rancho, comeré) y meditaciones profundas (lectura de los textos y plasmarlo todo en trabajos y exámenes). Y todo ello en el poblado (o sea, universidad y residencia) asumiendo que no conozco a nadie, parto de cero etc.
Siempre me han gustado los cuentos. Siempre me han gustado esas narraciones tan especiales de viajes, ya sea de exploradores europeos, como de chamanes, brujos etc. Y siempre me han gustado los desafíos y retos, las novedades y lo desconocido. Y lo que más me gusta es aprender cosas, descubrir cosas... Así que, al parecer, después de varios años haciendo el ganso con vivencias variadas, me ha llegado la hora de salir a por la próxima aventura.
¿Saben qué? Promete un huevo. En más castizo: ¡¡me parece que va a ser la hostia!!

jueves, 8 de septiembre de 2011

Sorpresas buenas...

Esta entrada podrá perecer una tontería, pero francamente, a mi me ha animado. Cuando salgo de clases de idiomas, paso siempre por la fnac. Está en mi camino, y me gusta cotillear las secciones, aunque luego salga frustrada por no tener dinero.
En mi visita de hoy me he pasado por la zona de periféricos de ordenadores. Mi escáner-impresora me anda dando problemas. Sobre todo el escáner. La verdad es que fue un regalo, y por eso no me quejo, pero a mi no me gustan estos chismes multifunción, que cuando se te avería o te da problemas una cosa, te quedas sin el resto. Total, que me encamino a echar un vistazo a impresoras y escáneres, sobre todo escáneres, para ver qué hay.
De repente veo un escáner de mano, de esos que lo deslizas tu por la página a un precio razonable teniendo en cuenta un vale de descuento que tenía. Mis dudas en estos chismes vienen por referencias: o pasas el escáner muy bien o no sale bien la copia.
Miro el aparato, la caja es enana, el precio asequible... Bueno, pues si no sirve, tampoco he tirado tanto dinero. La alternativa es tirarme dos horas configurando el chisme que ya tengo. Además, para libritos gordos y pequeños seguro que me va mejor que el tradicional... Y además, no trama gran cosa.
He llegado a casa y lo he mirado. El manejo más sencillo que el de un paraguas plegable. Te da un software, pero te dice que no es necesario, cortesía de la casa si quieres andar enredando... Obviamente no lo he instalado, cuanta menos mierda mejor. Le pongo las pilas, y me dispongo a probar a ver qué tal se porta. Mis esperanzas eran bajitas, así que he cogido una partitura, me la he apoyado en la pierna y escaneado con la derecha, mientras que con la izquierda miraba algunas cosas del ordenador. Según termino, conecto el chisme, miro lo escaneado... ¡Perfecto! La primera vez, con una mano, y un apoyo chungo. Obviamente no tiraré mi anterior chisme, pero desde luego este ha superado con creces mis expectativas. Y ya me he puesto al día con escaneos pendientes, mientras veía la tele.
Obviamente el chismecito me va a acompañar a todos los sitios, porque es un ahorro en fotocopias bestial, y porque en una biblioteca, si veo algo que necesito (y con un master para empezar en 10 días, seguro que necesito cosas) no tengo que andarme que si préstamos, sacar el libro para fotocopias... No, me lo guiso allí y a correr. Menos molestias para mi, para el resto de gente que necesita consultar, y para el medio ambiente.
Vaya ahora por delante que no creo en premoniciones, ni es signos ni en chorradas variadas. Pero francamente, con la racha que he tenido de amigos dando la turrada, falta de trabajo y agobios varios, me queda el regusto de premonición, de que he acertado con el rumbo que he tomado. Y de que las cosas irán bien. A peor no creo que puedan ir, de entrada. Y de segundas, llevo una buena racha, sobre todo desde que tomé la decisión de apagar mi móvil y si me preguntan (no sé como, está "roto" y no se pueden comunicar... ¡je, je, je!) decir que se ha roto y que no tengo pasta para uno nuevo. ¡Zas! Corte ya con las chorradas de otras personas fulminante. Nuevas experiencias a la vista, reto intelectual, y encima hasta compro aparatos a buen precio que finalmente superan mis expectativas...
No diré que la vida me sonríe con simpatía; para poder decir eso supongo que me haría falta casa, independencia económica y tal vez un novio (aunque no me preocupa lo último, si no me da eso, no me quejo), pero al menos se ha quitado la jeta de amargada cabreada, y me deja un respiro agradable. Simplemente delicioso.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cuenta atrás...

Ando ya con la cabeza puesta en el master. Si, curiosidades de la vida, de momento sólo ando pensando en lo que llevo y dejo, y cosas necesarias. Hoy he organizado el botiquín. Puede sonar tonto, pero no me gusta tener que mendigar una aspirina a las cuatro de la madrugada, o andar histérica porque no tengo una tirita y me he hecho una escabechina con un padrastro. Eso por no hablar de algunas cosas que son básicas para mi, como pastillas para reacciones alérgicas por comida (no es nada del otro jueves lo que me pasa, y me da pocas veces, pero al menos de arrascarme como un mono pulgoso) zovirax para los herpes etc.
Mañana probablemente me meta con la sección cables (ya se sabe, regletas/ladrones de enchufes, conectores de aparatos etc.) y zapatos (no me he llevado ninguno) y así hasta el sábado, día oficial de mudanza definitiva.
No tengo ni idea de lo que me encontraré allí, aunque sí tengo claro lo que dejo aquí. Y si lo escribo no es por crueldad, ni por andar haciendo el ganso, es simplemente un recordatorio, para que a la vuelta recuerde buscar aquello que realmente importa, y esquive aquello que me es claramente supérfluo:


  • Dejo a la familia. Con todo lo bueno y todo lo malo. Pero es mi familia, y pese a todos los adelantos tecnológicos, seguro que echo de menos las comidas familiares.
  • Dejo a mi gato, el cariño incondicional de una mascota. Duro, pero sobre todo para él.
  • Dejo la vida cómoda de ser "hija de" y la de puertas que eso abre. Sobre todo a la hora de hacer trámites en bancos o al ir al súper y descubrir que te has dejado el monedero.
  • Dejo amistades, las buenas, las mediocres y las agriadas por el paso del tiempo.
  • Dejo el bar de al lado de casa y lo que eso significa: que si me agobio ya no puedo irme a tomar una copa con tranquilidad con conocidos locales. 


Supongo que dejo muchas más cosas, pero ahora, ya a contrarreloj, son éstas las que me vienen a la mente. Habrá que adaptarse o "morir". Puede parecer un listado tonto, pero realmente lo que resume es que mi sensación ahora es de "voy a la aventura" porque tampoco tengo 18 años. Cuando peinas alguna cana suelta y obviamente eres mayorcita de edad hace algunos años, la comprensividad y la tolerancia se escapa (normal, por otra parte) y tienes que buscarte la vida. Pero que nadie se engañe, ni hay miedo ni arrepentimiento. Debía haberlo hecho hace ya un par de años, y lo qe hay es ganas de ver qué pasa, y de hincarle los dientes a todo. Dientes, garras y lo que haga falta. Porque, siempre se me ha quedado grabado a fuego lo que dijo uno de mis profes de la uni, que era más bien un amigo: "la vida consiste en solucionar problemas." Bien, me gusta estar viva, y si los problemas no vienen a mi, los crearé yo misma. O eso, o convertirse en un zombi de esos que tengo por amigos, cuya máxima preocupación es saber cual será el próximo vino que se tomen cuando salen a potear, o la siguiente copa de la noche.

lunes, 29 de agosto de 2011

Miedos actuales...

Esta mañana he terminado de ver la película ¿Quién puede matar a un niño?. Es buena, y no digo nada nuevo con esto. Lo gracioso es que nunca la había visto. Recuerdo haber empezado con ella hace mucho tiempo, cuando el cine de terror era para mi el género por excelencia, y en casa nadie me decía nada. Eso chocaba mucho con el resto de críos, que nunca les dejaban ver pelis de terror, y se sorprendían de que en mi casa no dijeran ni papa si me pillaban viendo alguna burrada gore.
Y me he acordado de que cuando era muy cría, se me dijo que todo eran efectos especiales, mentiras variadas, y fantasías de mentes calenturientas, muy aptas para echarse unas risas. O para aterrorizarse si es que podías. Así que disfruté de algo atípico. Desde luego, si alguien quiere asustarme hace falta algo más que unos colmillos postizos o una careta de plástico. Tampoco me he vuelto gilipuertas del todo, ojo. Que ya sé que no es normal que un tipo se pasee con una máscara y un cuchillo, y si viera algo así, ya echo patas. Pero los miedos actuales, curiosamente no tienen generalmente nada que ver con figuras espectrales, zombis sedientos de casquería y sangre, o entes indefinibles.
Los miedos actuales tienen mucho más que ver con Psicosis, o con esta película... Gente con los tornillos descuajeringados, que les da por cometer burradas. Y aún así, tampoco tenemos muchos boletos de que nos toquen enfermos mentales en nuestro camino. Si eres mujer, alguno más por los maltratadores, pero no termino de ver que sean locos, más bien creo que hay una cuestión de educación por ahí detrás que les hace ser bestias. Y con esto no les justifico para nada, simplemente digo que en la agresión a cualquier otro ser vivo, sea hombre, mujer o bicho, en un altísimo porcentaje falla la educación del agresor y su capacidad de comunicarse. Aparte puede haber sádicos sueltos, personas con problemas mentales que salen a flote etc.
La película me ha llamado la atención porque comienza con una crónica de conflictos con imágenes de guerras, como si el darse de leches fuese consustancial al hombre. Y bueno, supongo que por eso no la vi cuando era cría. Obviamente aquello no empezaba con ficción, era real. Y eso fue suficiente como para acojonarme y convencerme de darle al stop del video y buscarme alguna otra cosa menos agresiva para mi niñez. Hubo alguna otra película con la que me pasó algo similar... Psicosis la tuve que ver con mi abuelo (y él encantado, claro); El resplandor me dejó con mal cuerpo (aunque puede que fuera el doblaje, claro), La naranja mecánica no la vi hasta muy mayor (aunque no me resultó excesiva), Atracción fatal todavía no la he visto...
Y es que, francamente, ver a una señora flotando con voz de ultratumba diciendo memeces no da miedo. A mi me da miedo el recaudador de impuestos (o el del frac, me la sopla), el tipo al que se le descuajeringan los tornillos de golpe y empieza a hacer cosas extrañas (desde las versiones radicales de agarrar escopeta y liarse a tiros, hasta las más suaves de mamarse a diario en un bar), el accidente de coche que ves y piensas "menos mal que paré a tomar ese café, podría haberme pasado a mi", me aterra pensar en una huelga salvaje de médicos, como la de controladores aéreos pero en sanidad... Muchas cosas sé que no van a pasar (pago mis impuestos, los médicos no son irresponsables, y el coche... bueno, ahí confío en mi buena suerte, he sobrevivido a unos cuantos accidentes) pero ahí andan, alrededor. Y sin embargo, seguimos con miedo de fantasmas y bobadas, pero nadie tiene miedo de cosas cotidianas. O si lo tienen, hacen el chorra integral. Mi amiga no cogía el coche porque le daba miedo. Como si el no usarlo te librase de un accidente, atropello... Mi madre cuando oye un ruido extraño por la noche, se esconde debajo de la sábana. Como si la sábana la convirtiera en invisible, o bien repeliese puñaladas y disparos. Cuando le dije eso, empezó a hacerme caso, y ahora viene a despertarme, y ya bajo yo a ver qué pasa, mientras ella se queda junto al teléfono.
Y es lo que he visto de alguna forma en la película. El final es bastante esclarecedor de lo atontados que andamos (y eso que la peli es vieja). Pero bueno, hecha la reflexión, diré lo mismo que decía Panorámix (también hacía cosas de críos en mi infancia): el verdadero valor consiste en controlar los miedos. Así que supongo que lo único que me pasa es que soy una versión 5.0 de los miedos. En vez de asombrarme del trueno y pensar en dioses, simplemente corro a un coche, que los neumáticos son excelentes aislantes.
Y ya vale de divagaciones matutinas. Porque, ¿saben qué se esconde detrás de esto? Pura vagancia, que no me apetece estudiar... :-)

viernes, 26 de agosto de 2011

Pon un blues en tu vida... (o lo que sea que te guste)

Siempre he sido pesimista, y eso es algo que sé que se puede cambiar. O más bien no, pero puedes aprender a desechar tus malas predicciones primeras y sustituirlas por otras más "alegres". Hace unos meses andaba dando tumbos, con la vida hecha unos zorros (léanse entradas anteriores, obviamente), y sin meta, sin nada de nada... No voy a decir que eso haya cambiado radicalmente (no lo ha hecho, sigo con más dudas existenciales que Hamlet en época de rebajas) pero tampoco me esperaba un cambio de humor y de todo tan radical.
¿Qué he hecho? Psché, simplemente pensar durante cinco minutos diarios lo que tengo que hacer por narices. Si, antes de irme a dormir. Je, ya lo sé, suena a receta barata de libro de autoayuda; de hecho, estoy segura de haber leído algo igualito en libros de autoayuda. Pero digamos que no le quita validez al tema: antes de irme al catre, en vez de darle vueltas a todos mis problemas y hacer de bicho agorero, me he dedicado a pensar lo que tengo que hacer al día siguiente. Oye, mano de santo. Me levanto mejor de lo que esperaba, aunque al principio andaba de mala leche por todo lo que detesto y me toca hacer. No se me van quedando cosas colgadas por ahí, cumplo objetivos y todo... Y hasta me las ingenio para estudiar idiomas, violín, leer y más cosas a lo largo del día.
Lo que sí diré es que como efecto secundario he visto que mucho de mi pesimismo se ha ido retrete abajo, como si alguien le hubiera dado a la cadena sin avisar. Y eso es lo que me sorprende. Porque no creo que nadie se sorprenda de una persona que dice dedicar sus últimos minutos del día a organizarse mentalmente para el siguiente, y que esa persona sea organizada. Elemental, mi querido Watson. Pero lo sorprendente es que eso te vuelva algo más optimista. Ya no me preocupan tanto las tonterías de las amigas que además van a ser un problema a la larga. Es gracioso, pero como tengo tantos problemas a corto plazo, las tonterías mentales del prójimo pasan a segundo plano, y sólo cuando ves venir realmente el follón, subes el nivel de alarma. Y mi nivel de alarma en algunos aspectos ha llegado al punto de "cuando detecte x comentario y/o en diciembre +/-, parada de pies a la chavala expeditiva".
Es decir, sé que se me avecina un problema con alguien. Y ese problema estallará (de estallar, claro. Hasta puedo tener suerte y que algún incauto cargue con esta pesada carga por mi) en diciembre a ojo de buen cubero como fecha aproximada, aunque puede que sea algo después o antes. Para cuando llegue, tengo ya mil respuestas preparadas. O sea, que el problema no existe ya, aunque estalle en su momento y tenga que ser desagradable. Ya sé que me tocará lidiar con ello, y no debo llevarme mal rato, porque es algo que la otra persona se lleva buscando con ganas todo este tiempo.
Así que, simplemente con una tontería gorda como pensar (eso sí, esforzándose en pensar en cosas determinadas, no divagaciones) ha conseguido que durante unos días me mejore el humor, y ahora pueda estar disfrutando de un delicioso jazz-blues, tecleando animadamente, y encima sin sentirme mal porque me quedan cosas por hacer. Bueno, me quedan muchas cosas por hacer, pero por una vez, y espero que sí sirva de precedente, sé que me queda tiempo para hacerlo y no voy ahogada con todo.
Así que, además de ponerme un blues, me voy a servir algo de beber, mientras medito brevemente qué quiero cenar... :-)

sábado, 20 de agosto de 2011

De regreso de otras mini-vacaciones

Ando ya de vuelta a casa, después de unos días disfrutando del norte. Un par de días, de visita a mi tío, que han cundido mucho. Estudiar no he estudiado una mierda. Pero según he vuelto, he seguido organizando papeles y archivos del ordenador. Como no me gusta que mi ordenador ande saturado de material cuando estudio (si trabajo, siempre hay sala de profesores y allí se puede hacer lo que se necesite), porque no voy a tener tiempo de organizarlo, y un fallo puede suponer, aparte de que un trabajo se me vaya a freír monas, que se me borren muchos archivos importantes.Así que hoy he andado organizando todo por carpetitas, y en cuanto pueda, todo a cd/dvd, con su titular, y a correr millas.

¿Y eso qué tiene que ver con mi nuevo rumbo? Bueno, es una de las cosas que debía hacer, organizarme. Parece que va saliendo. Pero me ha hecho más ilusión que me hayan llamado una amiga a contarme sus maravillosas vivencias cuando se mira el ombligo, y después de las risas iniciales (sofocadas, claro. No voy a ofenderla tan directamente), haya podido seguir a lo mío. Antes me descolocaba más con este tipo de comentarios, pero parece que, o las mini-vacaciones me han sentado bien, o simplemente voy haciendo callo ante las estupideces e insensateces que parece que debo oír con cierta frecuencia.
Antes me daba rabia este tipo de personas, ahora ya ni eso. Pena nunca me han dado. Pena me da una persona que nace con una enfermedad congénita y debe hacer frente a todo con ese lastre, pero no los que eligen voluntariamente lastrarse porque "es guay y snob". Ahora ya ni me dan rabia. Allá cuidados con lo que ellos eligen vivir. Personalmente, no me gusta pensarme en centro del universo, no me gustan las comparaciones gratuitas (aunque tenga que echar mano de ellas a veces), y creo que con la vida tan cortita que tenemos, no merece la pena desperdiciarla haciendo el vago y el "mangarrangas" los fines de semana y buscar atajos para ganar pasta y no dar un palo al agua. El que quiera vivir así, allá cuidados, pero a mi me gusta la actividad, tanto la mental como la física.
Espero que cuando me mude por estudios (quedan 11 días para la primera toma de contacto, y 29 para el comienzo) mi círculo de amistades se amplíe mucho, y que encima sean todos aficionados a la música, literatura, arte, y al buen jazz con una copa en la mano. :-) Soy siempre muy pesimista, pero el soñar es libre, y desde luego, por negativa que sea, no me gusta que eso afecte a mi imaginación.


martes, 16 de agosto de 2011

Papeleos y demás diversiones

Hoy ando con catarro, y sin ganas de nada. Supongo que se debe a la epidemia familiar que asola a todos los miembros de la familia, y a que ayer me dejé el pelo mojado toda la tarde-noche. Así que ando con una infusión calentita de hierbajos medicinales y medicinas. No tengo ganas que esto se me alargue, tengo que estudiar y hacer cosas. De hecho, ayer no salí de casa, y estuve preparando papeles que hoy he enviado. Algo que antes me alteraba muchísmo, pero que ahora, sin gustarme nada, empieza a volverse más racional. Escaneas, mandas copia, y dices que acabas de mandarlo todo por correo postal, que les llegará cuando correos determine. Se acabaron las colas, esperas, formularios...
Pero veo que pierdo el hilo, así que disfrutaré de una de zombis bajo una manta, caldito de pollo, y paz. No hay nada mejor que un día de descanso en la enfermedad.
Eso si, como siempre, viene puntual el latazo de catarro-dolor-chorrez cuando tienes cosas que hacer. Pero esta vez me ha pillado con los deberes hechos, y si hoy me quedo viendo películas de seres purulentos, no me entrará dolor de alma. Por fin, una vez gano yo. :-)

sábado, 13 de agosto de 2011

En busca de ese nuevo rumbo...

Ayer ya me quedé descolocada para todo el día, con la charla de mi vieja amiga. Ha sido como una terrible sombra que lleva molestándome desde entonces. No es que me haya quitado de hacer mis cosas (sigo entregada a estudios sesudos de lenguas folk que no sirven para maldita cosa), pero es como tener un pincho en el asiento: algo me hace revolver constantemente y no me deja estar cómodamente sentada.
Y sigo preguntándome cosas, a las que por ahí se encuentran explicaciones variopintas. Pero al final, de preguntarme qué son los conceptos abstractos como amistad, valor, inteligencia etc, paso a la pregunta final que me corroe: cómo se puede generar inteligencia y educación en el ser humano.
Que me siento fuera de la sociedad en la que me ha tocado vivir, ya lo he dicho unas cuantas veces. Pero los motivos creo que no los había dejado claros nunca, porque ni yo misma los veía. No encajo porque simplemente me veo rodeada de borregos sin capacidad crítica y sin personalidad. Viven porque les ha tocado vivir, y se conforman con muchas cosas.
Sin embargo, exigen cosas que a mi ni se me pasan por la pelota. Por ejemplo, exigen un coche cojonudo. Qué quieren que les cuente, es la menor de mis preocupaciones. Cuando mi micra palmó, me regalaron un C1 seminuevo (4000km) que me permite desplazarme y llevar mis bártulos. Si viviera en monte y llevara vida de lobo solitario, querría una ranchera fuerte, de poco consumo; pero es que vivo en plena ciudad. Y en plena ciudad un C1 es hasta un vehículo grande a la hora de aparcar. Etc, que podría poner todos los ejemplos de universo.
No digo que yo sea mejor ni peor persona que nadie, porque sería ser muy idiota andarse con comparativas que ni proceden, ni son dignas. Además, en la variedad está el gusto, hacen falta personas de todos los colores para poder ver el arco-iris humano. Lo que no entiendo es por qué empeñamos nuestros esfuerzos en volver ese arco-iris humano en un vulgar blanco y negro, despreciando todo aquello diferente y sobre todo, aquello que implique esfuerzo personal, constancia... Y beneficiamos a vagos, jetas y caraduras. ¿Qué es lo que hace falta para estimular al hombre? ¿Por qué nos emperramos en seguir viejos clichés y nos aferramos a la idea de "si esto funciona, ¿para qué arreglarlo?"? La idea no es mala, pero me gusta más esta otra: si esto funciona ¿por qué no estudiarlo más a fondo para mejorarlo?
Supongo que ya he dejado la pelota vagar demasiado rato por el mundo de mis ideas, y ahora toca seguir enfrentándose a cuestiones filológicas. Pero la pregunta es muy recurrente. Tanto, que me voy a plantear preguntárselo a uno de mis amigos que más respeto, aunque me pase media noche para ponerlo en un inglés decente y que no dé lugar a dudas.

viernes, 12 de agosto de 2011

Miedo

Esta mañana salía a dar un paseo y a hacer algunas cosas pendientes. Nada serio, pero quería ver si podía tener unos libros (la respuesta ha sido que no), coger el pan y estirar las pezuñas traseras, porque tengo que estudiar.
Ya a la vuelta me he encontrado con una vieja amiga a la que hacía años que no veía. Perdí el contacto entre otros motivos porque se fue fuera a estudiar. Y ahora ya ha vuelto. Nos hemos puesto al día, y me he quedado helada. No quiere ni oir hablar de trabajos fuera de la ciudad porque su novio es de aquí, no quiere trabajos en sitios a donde no llegue el metro porque aunque tiene carnet de conducir, le da miedo. Etc. Frente a eso, mi discurso era el contrario, y sólo hemos coincidido en la crítica a las personas "porculeras"; si, exacto, esas personas que te sacan de quicio y a la mínima te dan por el saco. No seré yo quien le reproche nada a la chavala, ella ha hecho su elección, y si está a gusto, adelante. Pero no deja de sorprenderme que alguien con estudios y capacidad decida limitarse por su pareja a un sitio, y no quiera probar suerte. Que tenga miedo de algo tan corriente como es conducir, o que el salir del país le resulte un disparate arriesgado.
De camino a casa, con mis dos libros comprados para descansar en lo que queda de verano (La batalla de Lepando y Pecios famosos) pesando en mis manos, me sentía como el viejo y solitario llanero de figura regordeta y melena grasienta al viento. Lo de grasienta porque me hace falta una ducha, que a mi el pelo se me ensucia rápido, y lo de figura regordeta porque es mi figura. Yo no digo que saliendo de tu casa tengas mejores cosas, simplemente digo que el anclarse a un sitio es un error, aunque vivas en New York entre las mejores personalidades. No creo que nadie con inquietudes culturales pueda sentirse cómodo atado a un lugar y a una persona. Recordaba el concepto de siervo de la gleba, adscritos in eternis a un lugar, atados a lo de siempre, y a llevar una puta vida miserable en la que sólo verían la posibilidad de casarse de forma endogámica con los cuatro vecinos cercanos, y eso si el señor te daba permiso.
Seguía caminando entre la brisa fresca (hoy no es día de calor), mientras pegaba una calada a mi cigarrillo pensativa, y le daba vueltas al tema. Tanto luchar para abolir sistemas de esclavitud y demás disparates, y luego te encuentras con personas que los quieren de forma voluntaria. Los abrazan encantados, como si eso fuera una liberación, puesto que mi opción (vamos, irme a estudiar fuera, y largarme a currar con el mejor postor que me salga) es difícil y arriesgada. Pero ole que tienes las ideas claras y valor, te dicen. ¿Qué puñetas de valor? La brisa intenta apagarme el cigarro, y me siento como si caminara por el poblado de Sin perdón; casi espero ver a Gene Hackman al doblar la esquina, pero sólo es el vecino calvito sacando de paseo a su perro. ¿Donde está mi valor, en pedir dinero a la familia para irme a ver si cazo un sueño, o en mandar a tomar por el saco a todos los "porculeros" que me cruzo? ¿Es ser valiente decir lo que se piensa? Mientras camino, intento averiguar dónde está ese valor que me han elogiado, pero no lo veo. Incluso me siento bastante jeta por tener que pedir pasta a la familia, cuando soy consciente de que podía haber ahorrado mucho y no lo he hecho.
Ya en la puerta de casa, agito la cabeza, como si echara las ideas fuera como un perro, y las he dejado vagando por ahí hasta ahora. Sigo sin ver valor ni nada en forma de actuar, salvo que soy un puto marciano para el sitio donde me he educado y he vivido siempre. Y ahora, con más dudas que nunca sobre a donde camino y qué hago, seguiré caminando y haciendo. ¿Saben por qué? Porque tengo miedo, un miedo espantoso: de anclarme a las pasiones, de dejarme llevar por la corriente, de conformarme con una bazofia caliente para comer, de que un tío sea mi único motivo para seguir adelante, de que la mediocridad se asiente en mi cerebro para nunca salir, de que pierda el interés en lo que me rodea... No soy valiente, soy igual que todo el mundo. Simplemente no permito que el miedo me domine, sino que busco usarlo como canal para seguir adelante.

martes, 9 de agosto de 2011

Traduciendo lo intraducible

Tengo por delante un año muy malo, y como anticipo, este verano (lo que queda) me lo he planteado como si me hubieran cateado todas las asignaturas del cole, y me toca quedarme en casa estudiando. Un plan antisocial, de esos que no me desagrada siempre que me quede un ratillo por ahí suelto para irme a pescar, nadar, bucear, o en el peor de los casos, tomarme una copa en casita oyendo música.
Así vienen dadas, y demás frases hechas, pero aquí estaba yo, estudiando, cuando el teléfono me saca de mis cuestiones lingüisticas (apasionantes, si. No vean qué diversión) para enfrentarme a realidades sociales. Realidades sociales que en lineas generales detesto, y que generalmente enfrento mejor desde la barrera. No me gusta poner a la gente en su sitio, y además, se me da mejor el análisis de la situación. La persona que me llamaba no me sorprende para nada, ya había llamado antes a la hora de comer, pero no había cogido el teléfono porque estaba comiendo y porque sabía que lo que me iba a contar no era un caso de vida o muerte. A mi nadie me llama con casos de vida o muerte ya. Hace tiempo que dejé claro que los detesto, y que realmente no puedo tampoco hacer nada en ellos, salvo dejar morir a la persona implicada.
El caso es que comienza a desgranar la siguiente situación, típica para cualquiera que tenga más de diez años: Persona X ha perdido la chaveta, se ha vuelto un incordio y no sé cómo quitármela de encima. Nos ha pasado a todos, en relaciones sentimentales, de amistad, familiares, laborales... Todos sabemos que la mejor forma de quitarse de encima al plomo de turno es mandarle de la peor manera posible al cuerno; siendo muy cruel además, porque de esa manera la persona podrá enfrentarse a sus peores demonios internos. Cualquier intento de suavizar el mensaje puede significar que la persona no haga acuse de recibo y/o que deje de darnos el coñazo, pero siga dándoselo al prójimo, con el agravante de que nos pondrá verdes cual hoja perejil de primavera subida.
A mi me lo han hecho en relaciones sentimentales, y he aprendido a no dar el coñazo. Y una vez me lo hicieron en relación de amistad. Vale, mensaje captado, agradeceré eternamente al chaval y a la chavala que lo hicieron la molestia de decirme exactamente lo que piensan, y se acabó el tema.
La gracia es que esa situación es exactamente la que he sostenido con la persona que me ha llamado, a la que no he mandado al cuerno por años de amistad, y porque aunque mi paciencia hace tiempo que rebasó todos los límites, también es cierto que no merece la pena decirla nada. Ir dando largas es bastante, que para algo en menos de un mes me mudo de ciudad por estudios. Y apagaré el teléfono, por cuestión de higiene mental mientras estudio y por imperativo en clase. Creo que eso último voy a empezar a hacerlo desde ya.
Le explico la situación: que da igual que le diga a la persona X que no quiere hablar con ella, seguirá llamando. Es lo mismo que le diga que está hasta las pelotas de ella, lo interpretará como que tiene un problema personal que le afecta al juicio y no tiene nada que ver con que sea una plasta. Y poco a poco le voy desgranando cada una de las estrategias implicadas en nuestra relación, desde la de "apago el teléfono", no cogerlo, hasta la de mandarla a paseo. Mi consejo final es que la mande a tomar por el culo de la peor manera posible, cosa que no va a hacer, porque ella es muy educada. Eso no es una ironía, es un hecho.
Y mientras traducía lo intraducible,y le explicaba otras cuestiones anejas al tema, me preguntaba por qué a veces tenemos tantos problemas para leer entre lineas. No el caso concreto este, que me da igual, sino ya aplicándome el cuento a mi misma. Lo fácil que es ver los toros desde la barrera y cómo torearlos, pero cómo cuando nos enfrentamos a las marejadas reales de la vida, nos "hacemos la picha un lío" con nuestras propias emociones, y no sabemos actuar en consecuencia. Y peor aun, muchas veces hacemos interpretaciones peregrinas de la realidad, lo que suele dar lugar a errores gordísimos.
Una hora después he colgado el teléfono, con la sensación de que debería empezar a cobrar por los consejos psicológicos y mis afirmaciones psiquiátricas de baratillo Freudiano (vamos, que leí algo de Freud allá cuando era más joven, no que soy psiquiatra). He retornado a las cuestiones filológicas con parsimonia pero firme en mi decisión, y cuando tenía todo acabado, sigue flotando en el aire la sensación de que pese a todo, las emociones son una forma de esclavitud mental. ¿No acabo de decirle a esta persona que mande al carajo a otra cuando es lo que yo debería hacer y no hago por los mismos motivos que ella alude? Las paradojas sociales son las que más me cabrean, y me libro de un buen rato de autoenfado y bronca personal porque yo tengo el eximente de que me voy de ciudad a estudiar, pero si no, sería como para correrme a boinazos, por imbécil.

domingo, 31 de julio de 2011

Desubicarse

Llegué de un cursillo el martes, y ya hoy domingo me encuentro fuera de mi ambiente. En serio. Me voy a otro continente, y me encuentro más a gusto allí que en mi propia casa. Allí tenía algo que hacer, estudiaba, salía con los amigos a planes interesantes, y no era una especie de monstruo gigante. Llego a mi supuesta casa y no tengo trabajo, mis amigos proponen planes que oscilan entre mamarse y compartir miserias (y a veces se combinan), y vuelvo a ser esa especie de monstruo gigante al que todo el mundo mira como bicho raro.
Hace un año me pasó lo mismo, pero no de una forma tan descarada. Al menos existían posibilidades reales de trabajar (que se fueron por el retrete) y tenía un poco más de espíritu para hacer frente a los golpes. Pero después de un año de paro viendo como no tengo ni una sola posibilidad real de nada... No sé, se ve uno desubicado. Tampoco es que sea tonta de remate, y sé que no es lo mismo un mes de vacaciones que una vida en un sitio. Pero hay cosas que me crispan los nervios: ser diferente en todos los aspectos me altera. Y el no ver ni una sola oportunidad para nada ya me remata.
Supongo que tendré que volver a acostumbrarme, pero qué duro. Que duro es ser diferente a todos...

jueves, 7 de julio de 2011

Mmmm...

Sigo como siempre, lo que sucede es que ahora el rumbo viene dictado por cuestiones externas. Vamos, conciertos, cursos de verano... La verdad, por una parte me agobio en un vaso de agua, pero por otra... digamos que el vaso era de agua de mayo. No me gusta estar parada, no tener metas, no hacer nada. Tampoco me gusta que se me agobie y presione, pero siempre he visto que respondo mejor a la presión y al estrés que a la paz y tranquilidad.
Algunos dicen que los monjes budistas alcanzan el nirvana porque están en un sitio meditando tranquilos, lejos de los agobios... En esos sitios yo sólo podría alcanzar el nirvana mediante el uso masivo de psicotrópicos. No me malinterpreten, que me encanta estar sola en el borde de un acantilado oyendo el rugido del mar, mientras me llega el aroma de pinacha y eucalipto... Vamos, que es algo que hago con mucha frecuencia cuando no ando perdida. Pero eso no basta para realizarse. Eso basta para quitarse agobios superfluos. Para andar tranquilo y a gusto necesito movimiento, cambios de última hora, tener la incógnita de saber si llegaré a mi destino a tiempo para enlazarme con el siguiente destino...
Y es que eso es lo que tengo ahora entre manos. No es que te vuelvas imprescindible (vamos, sé sobradamente que si las espicho el mundo seguirá girando y sólo me llorarán familiares, amigos y el gato) ni que hagas nada especial que vaya a salvar a la humanidad... Pero me gusta lo que hago, me gusta hacer cosas y me gusta tener algo en lo que pensar que trascienda al menú que me voy a guisar y la peli que voy a ver. Y sobre todo, me gusta que la actividad me aleje del bar como genérico al que tiendo a gravitar por falta de actividad como Holmes gravitaba hacia el opio.
Dicho esto, que realmente esconde una declaración de intenciones de no escribir nada hasta agosto, me voy a seguir con partituras, música y demás cosillas. Bueno, y una ducha, que el estar ocupado no es excusa para ser una cerda.
¡HASTA EL MES QUE VIENE!

lunes, 13 de junio de 2011

Malas hierbas...

Acabo de regresar de un paseo con una amiga. Bueno, más que un paseo ha sido tomar un té, y más que amiga es una conocida a estas alturas, pero para situarnos ya vale de explicaciones. Ando rumiando mi examen oral de italiano de mañana, que no lo veo nada claro. Y en general, ando como siempre, con la brújula averiada, dando vueltas...
El futuro se presenta incierto, veremos qué pasa. De momento sólo sé que debo pasta a tutiplé, a la suficiente gente como para empezar a preocuparme. No debería ser algo grave, pero puede agravarse. Menos mal que empiezo con conciertos y podré tener dinero antes de que termine el mes. No mucho, pero sí el necesario para tapar agujeros. Y el mes que viene no debería andar muy escasa de dinero, con lo que se acabarán mis quebraderos de cabeza.
Detesto tener incógnitas sobre el futuro de tipo ¿donde puñetas estaría ahora durmiendo si no es por la familia? ¿Y si la familia pasa por la misma mala racha que yo, a donde puñetas nos vamos?
Alguno me dirá que si no me hubiera tomado este fin de semana tres gin-tonics (a pagar cuando tenga pasta) no hubiera desequilibrado mi presupuesto. Y es verdad, pero claro, también podría haberme quedado toda la noche en blanco, y haber sufrido un ataque de ansiedad como el de anoche, que me hizo devorar un paquete de patatas fritas, un plátano y un bocata de queso con avidez como sobrecena. No sé muy bien qué hacer con estos pensamientos. Son como malas hierbas... Crecen, y no tengo lo necesario para acabar con ellos, como por ejemplo un trabajo. No tengo el fumigador, vamos.
Y mientras, a mantener la sonrisa, porque si no deprimes al prójimo. Esa sonrisa que el otro día elogiaba otra amiga, mientras me decía con buena intención que ella estaría hecha polvo y que le costaría mantener el humor. Y como le dije, es o eso, o pegarse un tiro de pura desesperación, de escasez de oportunidades, de gente sin criterio a tu alrededor, sin cultura, de falta de todo. Así que, las depresiones en soledad, nada de aburrir a la gente. Se deben reservar para momentos realmente graves.
¿Y qué es un momento realmente grave? No lo sé. Cuando lo sepa, ya lo comentaré, aunque deseo no llegar nunca a ese extremo de conocimiento...

sábado, 11 de junio de 2011

Enfermedades y otros imprevistos...

Bueno, una mierda de catarro (¡y he perdido la cuenta este año de catarros e infecciones!) me ha dejado toda la semana medio vegetal, con ojos llorosos y la neurona inoperativa. Excepto el miércoles, con reunión de amigas, y charla de lo más divertida.
Así que he podido observar cómo me arrollaba el tren de mis planes. Medio dopada, he ido haciendo cosillas, y aunque todavía me queda bastante pendiente, al menos no ha sido una semana improductiva. Eso si, sigo tan lejos de saber lo que quiero como lejos estoy de la estrella polar. Las ideas están ahí, en la cabeza, veremos si se materializan en algo. Porque tampoco sirve para nada tener ideas si te las cortan en su realización. Así que... sigo en este limbo de sueños, esperando poder subirme a alguna ola, y a ver si la cojo bien para irme a la orilla.
Mientras, enfermedades y otros imprevistos andan fastidiándome, como siempre. Entre leyes de Murphy y las zancadillas del diablo cósmico, hay bastante. Supongo que luego a la tarde buscaré solucionar mi problema con un buen ron en una terracita. A fin de cuentas, los imprevistos tienen algo bueno, y es que te enseñan a apreciar el paisaje. Y aunque no soy optimista, alguna cosa tendrá que salirme (que si no sale nada ya no es ser pesimista, es ser gafe de narices) para septiembre... Sea lo que sea, hará que no tenga un momento de relax mirando el paisaje. Ahora es ese momento, así que iré a por él.

jueves, 2 de junio de 2011

Carrusel emocional

Después del día caótico que tuve ayer, hoy ya me he repuesto un poco, y vuelto a mis buenos propósitos:

  1. Dieta de nuevo, que la tenía abandonada.
  2. Cuestiones de tabaco. He recaído pero con dignidad, puesto que ahora el paquete dura 3-4 días, lo que da una media de cinco a siete cigarros diarios, nada que ver con el paquete que andaba fumando. Volveré a mandarlo a paseo en breve, cuando se pase el dichoso examen que tengo mañana, y me compre algunos regalices para llevar en el bolso.
  3. Seguir intentando buscar trabajo y aclararme con los planes.
  4. Orden, orden, orden... En cuanto me descuido, tengo todo otra vez manga por hombro.
  5. Cursos, estudiar...
Como se puede ver, los planes de actuación quedan más o menos definidos otra vez. Siempre son los mismos, y parece que fuera idiota, o bien tuviera un serio problema de procastinización. O, como me decía ayer el barman que me aguanta, tengo demasiado tiempo libre y debería trabajar de algo o acabaré mochales. Lo gracioso es que mientras me lo decía me sacaba un bitter, pese a que yo había pedido un gin-tonic. Luego me dijo que tenía que seguir la dieta, y que él se limitaba a cumplir con lo que le había pedido en enero; a saber, que nada de alcohol hasta finales de año, a no ser que fuera mi cumple, me dieran curro o similares.
Digamos que ya he superado ese carrusel emocional en el que estaba ayer. También ha ayudado ver una oferta de trabajo para mi, cosa que anima aunque sepa que las posibilidades de que me la den sean -5. La cuestión es que ya tengo que mandar mi curriculum y mirar a ver si contestan, y eso anima. Más dura será la caída, pero bueno. Aprovecharé el momento de paz que proporciona ver ofertas de lo tuyo que no son mierda en bote.
Y ya recuperada de mi necesidad de cutreces, oyendo algo más racional como Pink Martini, veremos qué me depara el futuro. De entrada, un automasaje con aceite a la lavanda y un enchufamiento a la tele hasta que me caiga de sueño. Y mañana, ya veremos qué pasa con mi examen de inglés.

miércoles, 1 de junio de 2011

Día cutre, día de relax.

Últimamente ando agobiada con todo. Supongo que no ayudará tener la cuenta atrás del paro, y haber calculado mal las cosas. ¿Y cómo se solucionan estas cosas? Bueno, algunos se atiborran a chocolate, otros se drogan, y yo digamos que opto por una opción más masoca: ver y/o escuchar cutreces. Esta mañana ya he sufrido bastante estrés con un examen de italiano, que será difícil que haya aprobado. No imposible, ojo, pero difícil. Y el viernes toca uno de inglés, que me es indiferente, pero que quería intentarlo.
Bien, hecha esta declaración de tareas, pienso pasar olímpicamente de todo, salvo del violín. ¿Y por qué no preparo el examen? Seamos serios, me presento al c1, y estas cosas no se montan en dos días. Además, necesito un poco de paz de espíritu, que últimamente hasta un pelo de gato flotando en el aire me raya.

Así que mientras sigo intentando aclararme en qué es lo que quiero hacer y demás cuestiones metafísicas que tarde o temprano nos vuelven locos (hasta que encontramos un trabajo y tenemos un poco de estabilidad que hace que dejemos estas cuestiones para centrarnos en los plazos de la hipoteca y la factura de la luz) disfruto de Chuck Cirino y sus geniales composiciones de baratillo de lujo. He estado repasando esperpentos pergeñados por supuestas mentes humanas para el cine, y mi disposición es a mantener hoy una horizontal cuasi permanente después de la cheposidad que he adquirido en las incomodísismas sillas de la escuela de idiomas. Bueno, tal vez haga un poco de ejercicio porque no es bueno caer en la vagancia extrema.
Mientras me permito caer en ese estado (alíñenlo con un estado mental de pitorreo de todo) sólo por un par de días, dejaré que las lineas de pensamiento vayan circulando por ahí. Vamos, que tengo diferentes ideas para el futuro, que oscilan entre volver a los trabajos físicos y mal pagados (pocero, picapedrero, cargar fardos en el muelle y similares) porque detesto estar sin trabajo y es el sistema más rápido que conozco de ganar pasta sin caer en la prostitución; hasta hacer el doctorado, con algunas ideas ya en la cabeza sobre qué quiero investigar.
Es decir, que me queda fijar una linea de ataque (¿pocero o doctor?), calcular mis fuerzas para la tarea (16 horas machacándome ¿físicamente o intelectualmente?) para saber si puedo con ella o no, y una vez fijados los objetivos, quitarme de encima los lastres que suelen fastidiarme los planes (familiares incomprensibles, amistades anormales, pajas mentales propias...).
Así que supongo que si no se me fríen las neuronas con la mierda de cine que me estoy pinchando, no se reblandecen con la música que escucho (Georgie Dann ameniza ahora mis oídos, con todos los honores) y consigo tomar decisiones racionales, para el domingo habré empezado a embarcarme en algún embolado del que luego me arrepentiré.