sábado, 30 de abril de 2011

Reconciliarse con uno mismo

Ayer salí a dar un buen paseo, además de irme a clases diferentes, rompiendo así el enclaustramiento que había llevado. Y francamente, me llevé buenas sorpresas. No me topé con ningún anormal en el camino. Bueno, siempre hay alguno, pero en lineas generales, todas las personas fueron inteligentes. Ojo, no quiere decir que piensen como yo; quiere decir que tienen neuronas, y aún teniendo opiniones divergentes, se puede charlar con ellos de todo.
Eso hace que, aunque sepas que por diferentes circunstancias esas personas no van a ser tus amigos (son profes, te sacan 20 años...) con los que salir, al menos tampoco te sientas tan solo en el mundo. Además, al tener algunos sitios en común donde ir, siempre podrás mantener el contacto.
Fue a la noche cuando charlando con una persona muy agradable y con ideas claras, entró un impresentable que alteró a mi interlocutor. El hombre andaba a medias enfadado, a medias no sabiendo cómo disculparse. Me hizo gracia, es una sensación muy clara, y bastante reciente en mi vida. Le dije que no se preocupase, que entendía la situación a la perfección.
- No creo, no le conoces. Fíjate tu que...
- Sólo tienes que contestarme con sí o no. Y te digo que lo que me contestes va a ser no, estoy segura. ¿Tiene trabajo? ¿Está pasando apuros económicos? ¿Tiene una agenda a rebosar de ocupaciones voluntarias?
- NO.- La mirada era asombrada.
- Mira, conozco a estos personajes, rentistas caraduras que no han hecho nada en su vida, salvo robar primero a sus padres, luego a sus amigos, y al final lamentarse de su mala suerte. No tiene solución. Déjale, apártate de él, y simplemente piensa que hay más personas en el mundo, y no todas son así.

La persona sonreía, supongo que porque no se esperaba ese juicio tan rápido. Yo tampoco. Pensaba hasta aquel momento que mi problema era único, y no creía que otros lo tuvieran. Por eso ayer me reconcilié conmigo misma; no soy un bicho raro, y no soy especimen único. Simplemente tengo un imán de tontos y mierdas, que he de desactivar.

miércoles, 27 de abril de 2011

Charlando bajo las flores

Aquí sigo, dándole vueltas a las diversas chorradas que llevo oídas hoy. Para no salir de casa, y andar en fase de despedida de la peña, todavía me llegan muchas cosas. Tantísimas, que van a superar a la ficción en chorradas.
Eso si, diré que el escuchar tantísimos disparates te previene para el futuro. Es como una vacuna, te inoculan las chorradas, y luego tu ya sabes qué responderás en situaciones similares. Parece tonto, pero cada vez te va quedando más claro que lo mejor son contestaciones claras, concisas, sencillas y de sentido unívoco. Tipo: "Vete a tomar por el culo.", "NO", "Si quieres estímulo, métete un gato vivo por el culo". La última no es mía, es de una peli de Harry el sucio. Bien, el caso es que voy enterándome de la necesidad de frases sencillas, con pocas palabras, de un sólo mensaje. Y también me voy dando cuenta de que la respuesta se divide en dos campos repartidos al 50%: los que entienden lo que les dices y se ofende; los que no te entienden. A los que no entienden, hay que pasar al siguiente punto: la advertencia. La advertencia es todavía más simple: me la sopla lo que entiendas o no entiendas. No se trata de entender nada. Si sigues haciendo esto (lo que sea) te elimino de mi vida por la vía rápida. Eliminar significa: te borro del facebook/redes sociales, dejo de llamarte y borro en tus narices tu nº, además de irme después con viento fresco. Parece algo radical y maleducado, pero si yo ya he advertido con claridad que hay una cosa que me molesta, ¿por qué he de aguantar a alguien que insiste con el tema?

Bien, poco a poco me voy inoculando de chorradas varias. Al menos ya tengo las cosas en un estado se suspensión aparentemente limpia. El lumbago y mi procrastinación innata me ha retrasado, pero ahí andamos. Además, creo que ando consiguiendo dejar de fumar. Todavía tengo momentos de cigarrillo, que el cuerpo pide eso, como si lo necesitase sobre todo para mantener la atención. Bueno, qué le vamos a hacer, andaré un poco menos atenta con las chorradas. Curioso, al final el objetivo que se ha ido retrete abajo es el de dieta. No lo hubiera pensado nunca. Bueno, la cuestión son los objetivos logrados. Y, como le decía a mi jardinero, personaje sólido y con sentido común (y sin estudios además) cuando hay que hacer las cosas, o se hacen o no se hacen. Y él me añadía, entre zumbón y socarrón: si, la cuestión es cuanto tiempo eres capaz de hacerlas... Luego contaba una anécdota, un tipo que todos los días decía que dejaba de fumar y a la noche volvía a recaer. Finalmente, te mira, apoyado en el rastrillo, y añade: cada uno sabe qué le conviene y que es lo que quiere. En ello se mueve y decide.
En esos momentos, pese a la cultura y a que eres mucho más fuerte, sabes que te ha cogido por donde más duele. Y sabes que varias cosas que te ha contado son los riesgos que tendrás que hacer frente con tus decisiones (sean de dieta, fumar, familia, o trabajo). Así que agradeces el mapa que acaba de desplegar ante tus ojos, que es una mierda de mapa, todo lleno de barrancos, ciénagas, caminos falsos, grutas donde palmarla y demás vericuetos cabrones. Anotas mentalmente los pasos que te ha apuntado para llegar a buen puerto, y farfullas una excusa para poder retornar a la tranquilidad que produce estar solito. Y una vez a solas, libre de coñazos estúpidos y de preguntas inteligentes, sabes lo que hay que hacer. Aguantar mecha, como te han aconsejado, pero con las ideas claras y dignidad.

¡Ay!

martes, 26 de abril de 2011

DORSUM NOCET, LUMBUS NECAT

Qué cosas más bonitas escribo, ¿no? Más o menos he dicho en latín "la espalda me está jodiendo, y las lumbares matándome". Y no se engañes, que no digo que la espalda me duele... La traducción es bastante más próxima a lo primero que he dicho.

Así que ando con mis planes retrasados, y tampoco ayuda mi vagancia, que hace acto de presencia. Pero bueno, tampoco ha sido algo escandalosamente malo. El cuarto ha quedado transitable. Y mañana me meteré con mierdas diseminadas, y demás maravillas sueltas.

Pero no todo es malgastar miserablemente el tiempo. Entre dolores lumbares, agobios tabaquiles (nadie sabe lo mucho que me apetece fumar), ansiedad oral (tampoco nadie sabe lo que me he zampado estos días) y demás miserias que voy pasando, hay algo curioso: me ha dado por repasar algo de cine. Y francamente, me he sorprendido de algunas críticas... Andamos muy mal de raciocinio en general, y de ideas en particular. Y no estoy hablando de Torrente, que no me va para nada. No, hablo de pelis con un una crítica en lineas generales aceptable o muy buena, que no resisten ni el más mínimo proceso intelectual. Yo he estado disfrutando con Amando de Ossorio, que tampoco es que tenga a Mozart como compositor (aunque trabajó en este caso con Antón García Abril, que es muy bueno), Shakespeare y Cervantes conjuntamente elaborando el guión etc. Más bien es cutrepobre en lineas generales, con algún destello genial suelto. Concretamente he repasado la tetralogía de los zombis templarios. El que la haya visto, ya sabe lo que hay. Para los que no la han visto, decir que debido al bajo presupuesto, las películas eran malas. Pero que realmente las ideas eran buenas, y han sido muy apreciadas. Bien, viendo estas cutreces locales, he recordado pelis que la crítica ha puesto como fabulosas, y que yo, modestamente desde mi butaca en el cine/casa he visto con verdadero asombro por el bodrio infumable que me estaban presentando, eso si, generalmente envuelto en una factura técnica impecable.

- Bueno, pues ya que te ha dado por el cine, hale, desahógate. ¿Cuales eran las películas?
- La pregunta correcta no es cuales son las películas, sino a dónde quieres ir a parar con todo esto... Y a donde quiero ir a parar es al lamentable estado de la capacidad crítica de las personas en general. Luego no entendemos como somos tan ingenuos que nos la meten con queso a las primeras de cambios... Chupado, nuestra capacidad crítica y analítica están tan bajo mínimos, que con una mera presentación aceptable, nos creemos cualquier chorrada. ¿Qué no? Vamos allá: Furia de titanes, del 2010. Me salto las incorrecciones con la mitología, historia etc, que la anterior también las tenía. ¿Pero de verdad alguien se cree que el dios supremo se deje mangonear a las barbas por su hermano, y espere que un hijo que reniega de él le saque las castañas del fuego? ¿Alguien se cree que el dios supremo creador de la raza humana va a dejar que le tomen por el pito de un sereno, y le va a encargar a su hermano cabronazo que les meta en cintura?
¿Otra? Otra: Alien, la 1ª. ¿Pero hay algún subnormal que se crea que en una nave se va a tolerar a un capitán tan calzonazos sin que alguien en la tripulación se oponga/amotine, y le meta un tiro en la sesera al cabrón del robot ya puestos? Y si estaba programado, ¿alguien cree que en esa época van a permitir que se les cuele en una tripulación de borregos un personaje como Ripley, que se carga el plan de borregos infectados en cinco minutos? Vamos, hombre, que los psiquiatras habrán mejorado un poco...

A ver, ambas películas tienen un punto en común: por muy ciencia-ficcion/acción que queramos venderlas, hay aspectos que no pueden colar, porque son un continuo que articula la película. Veamos: yo me puedo creer que James Bond y a la chica los lancen desde un submarino como si fueran un torpedo, y que salgan a flote, sin problemas de descompresión, sin despeinarse y hasta sin mojarse. Porque es una escena, sin más. Nadie es idiota, y todo el mundo se da cuenta de que es un disparate, pero como ya es el final, y va en el arquetipo ya consolidado de James Bond, se puede hacer la vista gorda. Lo que no me creo es que haya una constante, como un calzonazos de capitán de una nave y nadie mueva un dedo. O que un dios todopoderoso se vuelva chorra de golpe y porrazo. O mejor dicho, sí me lo puedo creer, viendo a los políticos que nos infectan, a los banqueros, y demás cargos de responsabilidad, plagaditos de anormales, tarados, baldragas, calzonazos, mascarones de proa, subnormales, estómagos agradecidos... Lo que no termino de entender es que la gente lo vea con gusto, se lo crea, y encima digan que ha sido cojonudo. Pero lo que peor llevo es que nos dé por imitar esa ficción, y como se suele decir, superar esa ficción.
Estamos lobotomizados, y encima sonreímos felices. ¡Para alucinar por la patilla...!

domingo, 24 de abril de 2011

¡Mierda!

Bien, ahora ya saben mi opinión particular sobre el día de hoy. Me ha pegado un dolor de lumbares que no me deja estar ni sentada ni de pié, me he pesado y me daba casi dos kilos más de gorda, y por si fuera poco, todavía tengo todo manga por hombro, esperando a que lo ordene. Bueno, hay otro problema, si. Pero que nadie se ría... Descomposición.
Obviamente, lo peor es el dolor de espalda, que prácticamente me inhabilita para recoger y para poder hacer ejercicio si quiero perder peso. Encima, me he puesto un jersey a modo de faja para evitar movimientos bruscos y me he echado reflex. Una sensación fantástica, eso de llevar un torniquete en la cintura, olor apestante por toda la casa, y la duda eterna, ¿donde coloco las lorzas, por debajo o por encima del torniquete? Supongo que eso debería permitirme ordenar papelajos, a fin de cuentas eso se puede hacer tanto sentada como de pie... Cerca del w.c. claro.
A lo que voy. Como siempre, la mala suerte cósmica. Te propones algo, y tiene que haber algo que te desvíe del propósito. No falla. Sólo falta una plaga de langostas y ataque de zombis asesinos. Consigues 7 días de soledad, te propones dejar tus cosas en perfecto estado, encima los amigos están por ahí perdidos y no dan el coñazo, la familia tampoco, tienes de todo para sobrevivir sin molestias, te planteas dejar de fumar aprovechando las circunstancias además de hacer dieta... Oye, el mismo nº de buenos propósitos se ve atacado por afecciones, achaques y demás problemas. Pues no me da la gana, no pienso ceder. Tengo un chismecito de masaje para espalda con calor, que pienso enchufarme. Ya me he tomado un té, que seguro que mañana pesaré 3 kilos más, pero al menos no tendré necesidades de wc. Y después de la sesión de calor, pienso hacer papeleo y recogida de diferentes mierdas.
Ya está bien. No se puede tener siempre suerte; ni buena ni mala. Todo es cuestión de como te lo plantees.

sábado, 23 de abril de 2011

Seguimos con las reflexiones de vacaciones

Ayer corté la reflexiones a toda pastilla. Me conozco, y sé que dentro de mis tremendos fallos está el de la procrastinación. Así que cuando veo que algo me va a llevar a mi eterno problema, lo corto. O, al menos lo intento, cosa que no siempre consigo, pero ayer sí.
Me quedé en lo que la gente hace, formas de globalización de ocio, comunes a demasiados sitios. O tal vez, dentro de mi naturaleza no esté la diversión, entendida como se entiende hoy. No sé, si me diagnosticaran un cáncer avanzado, seguro al 100% que los pocos días, meses de vida que me quedaran los iba a pasar haciendo el crápula de tal forma, que ríete tu de Dorian Gray. Un aficionado barato en gustos. Total, si ya tienes fecha de caducidad, y sabes que vas a palmar tomando morfina en vena, ¿qué puñetas te impide hacer burradas?
Pero ese caso es muy extremo. Y poco probable. Así que sigo sin entender esa insana costumbre de matarse de forma masoquista. Si. Allá cada cual con su salud, pero no entiendo esa diversión que termina en una resaca espantosa que luego te deja echo polvo durante un par de días. Y que conste que la he probado, unas tres veces en mi vida. Francamente, al día siguiente tenía la cabeza como un bombo, los oídos reventaban con la caída de un alfiler, no podía comer... Más que diversión, lo veo como cura para cuando algo te está taladrando el cerebro y no te deja pensar con claridad. Cuando he tenido un problema gordo también me ha dado por excesos, como he contado alguna vez. Al día siguiente estoy tan ocupada en sobrevivir de forma digna, que el problema desaparece del horizonte.
Desde que descubrí lo mal que se pasa después de una juerga, y lo mucho que se disfruta con una buena compañía, como que dejé las juergas. La dificultad estriba ahora en encontrar una buena compañía constante, y no esporádica. Pero bueno, todo se andará.

En cuanto a mis proyectos de mis días libres de responsabilidades, familia, amigos... Digamos que "progresan adecuadamente." Si, esa frase que usamos los profesores para calificar a un alumno torpe que merece un penco, o a uno que se pasa de listo y quieres quitarte de en medio. El dormitorio va viento en popa, y probablemente en una mañana o dos, lo deje acabado. Quedan cuatro cajitas que etiquetar con el contenido, y un par de montones de cosillas que son prescindibles. Algunos diskettes de época prehistórica, que seguramente acabaré guardando en una cajita y poco más.
El despacho va peor. Ayer quité mucho papel viejo, pero no me entra todo lo que tengo de forma holgada. No veo como solucionar el entuerto, y el tiempo se agota... Espero que luego a la tarde algo se me ocurra. Quedan por último algunas mierdas diseminadas por la casa, que simplemente consiste en ir recopilándolas y mandándolas a su sitio. No tiene misterio, es cuestión de paciencia, y de subir y bajar escaleras.
En cuanto a estudio, hoy toca algo intensivo. He estado muy relajada limpiando, y eso hace que uno descuide otros aspectos. Pero bueno, según dé el punto final de la entrada, empezaré con todo. Y ahora toca colgar la ropa. He lavado algunas cosas para evitar acumulación de ropa a posteriori. Día ajetreado, pero productivo. Veremos...

viernes, 22 de abril de 2011

Reflexiones de vacaciones

Como siempre, disfrutando de Bach. Se me presenta una semana de paz y tranquilidad, que empezó ayer a la tarde, y que no desaproveché para hacer el ganso, y quitarme el punto de hacer el gamberro.
Hoy ya mucho más centrada, tengo en mente limpieza y estudio, grandes tareas pendientes. Una limpieza exahustiva, de esas que luego no hay que volver a hacer en varios meses. Y estudiar bien todo lo que tengo entre manos. Que son varias cosas.
Pero lo que me ha hecho gracia ha sido precisamente que la idea de colofón que tengo es bastante anacrónica para mi. A la noche me planteo disfrutar de una buena copa de whisky, tabaco y repasar a Valle-Inclán. Vamos, algo que no haría nadie de 30 años en el año 2011. Pero eso es lo de menos. Nunca dejará de sorprenderme la manía que tiene la gente de globalizar las formas de diversión. Parece que si no salieras de juerga y oyeras determinada música con kalimotxo (o similar) no estuvieras en el mundo. O como alternativa de diversión, vegetar en el sofá con cerveza, patatas fritas y peli de turno.

Los conflictos generacionales siempre me han resultado divertidos, y casi los he visto desde la barrera. Y como todo lo que se ve desde la barrera, parece menos de lo que es. Ojo, que me eduqué con mis abuelos, y parecería que debería haber más conflicto generacional todavía. Y sin embargo, no lo veo salvo en determinadas cuestiones tan puntuales, que lo único que hacen es generar un sano debate. Nunca he tenido problemas con la música que escucho, siempre que no la ponga a todo volumen. Lo de las horas de retorno a casa sí me ha dado más problemas, pero una vez que superas los 24 años (y con algo de astucia para engañar) te acabas acostumbrando a que si llegas más tarde de las 3 se mosqueen. La verdad es que en lineas generales, pocas molestias. Con algo de edad encima, ahora yo también me mosquearía si alguien de la familia saliera de forma sistemática todos los fines de semana y no volviera hasta las tantas, pero porque se está fastidiando la salud, y porque por respeto al sueño, te condiciona a andar con cuidado con los ruidos.
Eso si, nunca entendí la costumbre de mamarse los fines de semana sistemáticamente (obvio la explicación antropológica de rito de paso, que esa ya la sé, y lo justifica desde los 18 a los 20 a ojímetro), de disfrutar de basura (pelis malísimas, música infame etc), de cultivar con fruición la ignorancia, de no hacer nada... Nunca me ha molestado que se me llamara esnob, ni pija, ni hippy. Pero cuando se me aplican los tres conceptos, creo que hay mucho despiste. No se pueden ser las tres cosas a la vez. Ni siquiera dos. Son términos que son opuestos en demasiados aspectos.
Pero centrémonos en las tareas, quitar algunas mierdas variadas acumuladas y empolle. Supongo que nadie pasará así la semana santa, pero es lo que hay. Espero poder dejar todo en condiciones en una semana...

martes, 12 de abril de 2011

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

Ya, ya lo sé. No debería ver tanto cine, pero me gusta muchísimo. ¿Qué se ha llevado el viento esta vez? Pues se ha llevado mi nissan micra blanco. Mi gran juguete desde hace años, que me permitía moverme por toda la geografía. Siempre ha estado ahí, con nieve en el puerto de turno, durante varios trabajos, para todo. Justo este finde, se iba a convertir en mi vehículo para conciertos, y ha muerto el pobre. Se lo llevó el viento de la edad, del uso, y de dormir en la calle.
Supongo que andaré sin coche durante una temporada. No lo sé, ya se verá. Lo que sí se es que mi coche era un excelente compi. Las cosas no deberían insuflarnos sentimientos, ya lo sé. Y no son las cosas exactamente lo que me duele. Obviamente quedarme sin coche ahora, en paro a punto de terminar es de esas cosas que son malas. Es una faena gorda, pero bueno, si no hay dinero, pues no puedo hacer nada. No es eso lo que me duele. El dolor viene de una banda sonora de Morricone, paisaje, y ventanilla abierta, con el sol cayendo en el horizonte. O del olor de sal del mar, mientras observaba el amanecer con el culo apoyado en el capó, mientras una bandada de patos cruzaba el cielo. Por no hablar de una carretera de mierda llena de baches que pasé saltando, mientras evitaba pringar la tapicería de té con mi botella de viaje.
Los recuerdos son solitarios, y siempre iba en mi cochecito. Eso es lo que lo convierte en especial. Nunca volverá a haber un micra blanco en mi vida, de la misma forma que no volverá a hacer un amor  a los 15 años, ni un viaje gamberro, ni muchas otras cosas.
Casi marca el fin de una etapa, como si el pobre se hubiera dado cuenta que llevo tiempo buscando un nuevo rumbo y hubiera decidido quitarse de en medio, para dejar paso a otras cosas.  En mi micra fumaba alegremente, cargaba mil y un cosillas inútiles, y simplemente procuraba no manchar la tapicería. Esa etapa se cierra, y en el nuevo si es que lo hay, no fumaré (por higiene y porque luego no hay hijo de vecino que le quite el olor), evitaré comer en la medida de lo posible, y no podré oír mis cd´s de mp3 preparados ya de antes. Cada cambio de etapa lleva, como es lógico renunciar a ciertos placeres y la adquisición de nuevas costumbres. Y el coche se ha quitado él mismo de en medio, anunciando que ya va siendo hora de no andarme con medias tintas y que abandone el tabaco, los bocatas de carretera guarros, y demás gamberradas que solía hacer. Ahora toca tener los papeles en regla siempre, y en la guantera, no debajo de la arena del gato (es que el gato viaja conmigo, va en el asiento del copiloto, y se pone el cinturón de seguridad, además de tener wc instalado en el coche para emergencias), llevar las cosas que realmente son necesarias, y dejar de hacer el oso, por decirlo en plata.
Pero mientras dejo que el viento se lleve consigo o sólo mi coche, sino también mis vicios, esperaré la aparición de un nuevo amigo de viajes. Alguien que me lleve y me traiga, porque, por mucho que yo marque la velocidad y dirección, el que se mueve es el coche. Echaré de menos a la pulga blanca, como lo llamaba, pero supongo que se abre un nuevo horizonte. Y como siempre, el viento se lleva cosas, pero deja la promesa de nuevas oportunidades. Cada uno verá como las aprovecha, eso sí.

martes, 5 de abril de 2011

DIMER Y DIRETES

Llevo medio día meditando sobre los dimes y diretes. Si, esas cosas que se traen y se llevan de boca en boca, y que no proporcionan nada, salvo un alivio momentáneo en vidas amargadas y aburridas. A todo el mundo le gustan los cotilleos, pero la diferencia entre un gusto sano y uno insano es que el sano se limita a escucharlo, se ríe de la gracia, y lo olvida inmediatamente. El insano le sigue dando vueltas y más vueltas, hasta que o bien salen terceros perjudicados, o descubre que no hay nada, o simplemente alguien con mal carácter le suelta un guantazo, señal inequívoca que marca error en la presa elegida.

En lineas generales, detesto los cotilleos. Me resultan intromisiones en la vida de otras personas, y por norma general no me gusta que me hagan lo que yo detesto, y procuro no hacerlo. Ser consecuente y todas esas cosas. Sin embargo, cuando te encuentras convertida en un cotilleo, la sensación es muy desagradable. La verdad es que las ganas de darles un guantazo a los autores están ahí, pero parte de la culpa la tiene siempre el que es cotilleado. Probablemente en algún momento habló más de la cuenta, o confió en la persona equivocada. A veces ambas cosas. Así que, la primera tarea es entonar el mea culpa, y tomar nota para no repetir.

Pero la pregunta que me corroe es: ¿cómo acabar con ese monstruo de cotilleos, que parece devorarlo todo a su paso? Hay mil formas, pero estaba tratando de buscar una que no sea excesivamente dolorosa para todos los implicados. Y francamente, según va pasando el tiempo, cada vez veo menos posibilidades de poder hacer las cosas de buenas formas, sin herir a nadie, y sin buscarme jaleos a la larga. Es gracioso, pero por más que intento suavizar las situaciones e ir cortando con la gente, más se me acercan y más provocadores resultan. Casi como intentar arrancarse una sanguijuela: si tiras, ésta clavará más sus dientecillos y te harás más daño. Trato de evitar precisamente tener que dar una mala contestación, o de poner en evidencia a nadie, y no hay forma. Oye, es como ser Rambo; quieras o no tendrás el jaleo asegurado. Te piras a las selvas perdidas de Birmania, Camboya y procuras esconderte de tal forma que no sepa nadie que andas en un sitio, y al doblar la esquina... ¡Tachann! La guerra, los plastas de turno, o lo que sea que más te molesta. 

Todavía no he decidido qué hacer, aunque lo lógico sería cantarles en público las cuarenta a los maliciosos de turno, pesados. Sin alterarse, pero diciéndoles lo que hay. Veremos si se puede hacer, en el momento oportuno y bajo las circunstancias adecuadas. Espero que sí, porque de lo contrario, cada vez se van a ir acumulando más y más cuentas pendientes. Y cuantas más haya, peor será para todos...

lunes, 4 de abril de 2011

SUAVIDAD Y DUREZA...

Disfruto de una mañana relajada, esperando una llamada de teléfono para salir, y varias ideas dándome vueltas al cerebro, aparte de diferentes tareas que tengo que hacer. Tal vez lo mejor del día sea la lluvia detrás del cristal, que hace que Pink Floid tenga un contrapunto musical agudo, en forma de clip-clip-clip...

Pero bueno, dejemos descansar la música. Andaba encantada dándole vueltas a la cabeza. No es que me haya asado nada excepcional, pero tampoco hace falta nada extraordinario para disfrutar. A veces en lo cotidiano se encierran cosas que pueden sorprendernos. Y este finde, con toda su cotidianeidad , ha traído cosas muy interesantes.
Una de las que más gracia me ha hecho es que me llamaran perfeccionista, cuando estaba haciendo de ayuda de un árbitro. Bueno, es verdad que puedo llegar a ser muy quisquillosa, pero me hizo gracia el que me lo dijeran a la cara. No era uno de esos días en los que yo anduviera muy nerviosa, y francamente, sólo quería una vulgar aplicación de la normativa vigente. Pues nada, ni con esas.
Pero me hizo gracia. Pese a que no era mi mejor día, la sensación que transmitía era de exigente, y eso que estuve calladita. Me hizo gracia que el árbitro delegase en mí alguna decisión con la manida frase "lo que diga la rubia". Todavía no sé decir lo que quiero sin ofender al prójimo, pero debería haberle dicho:

- La rubia dice que no es rubia, que es castaña. Segundo, si voy a decidir yo, que me paguen tu sueldo, ya que estoy haciendo tu trabajo. Y tercero, si no te sabes bien la normativa, es muy sencillo, vienes con ella debajo del brazo, y en caso de duda, dices "un segundo, que lo consulto". Sacas el libro, miras lo que dice, y decides. Te podrán llamar estricto o lentorro, pero nunca podrán decir que incurres en delegación de tus capacidades, que no tienes recursos, o que no has aplicado la normativa vigente.

En fin, como no sé decir eso sin ofender al personaje... Supongo que voy a tener que empezar a aprender. Hablaré con mis profes, a ver qué me dicen. De entrada, ya allí mismo me dieron un toque de atención, porque como soy árbitro, entra dentro de mis capacidades llamarle la atención al tipo.
Y todo por no "quedar mal". Es alucinante, como podemos intentar suavizar las cosas por no caer mal y/o hacer daño. Y es que no se puede gustar a todo el mundo todo el tiempo...

Ha habido más anécdotas en esta linea a lo largo del finde (darle un toque a alguien por desafinar,  pararle los pies a jetas variados, cortar conversaciones ofensivas para el intelecto incluso de una ameba...). Supongo que me falta edad y carácter para imponerme, además de seguridad personal. Y también supongo que ya va siendo hora de aprender, porque al final estas cosas siempre me acaban recordando a un personaje del Kill Bill, al hermano de Bill. Tipo simpático, del que todos sacan tajada...