sábado, 9 de octubre de 2010

CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE...

Si mal no recuerdo eso era el título de una película de Heston, bastante aburrida, por cierto. En este caso, es lo que me ha pasado. Andaba yo dándole vueltas a la incapacidad que tenía de poder hacer cosas cuando, milagros de la vida, lo que parecía un desastre se ha convertido en una bendición.
Una avería de coche me ha dejado sin nada de dinero (números rojos, para ser mucho más exactos), y sin poder bajar a la capital a hacer cosas. Obviamente no había nada urgente, si no hubiera cogido tren/bus/avión. Pero me ha fastidiado, ha sido un retraso de unos de mis planes. Mientras lamentaba mis finanzas y mi mala sombra, mi familia se ha marchado a pasar el día por ahí. Me he quedado sola en casa, y he podido pincharme la música que me da la gana a todo volumen, y limpiar el cuarto mientras me fumaba un paquete entero de cigarrillos. Y francamente, la tarea ha evolucionado como no me esperaba.
Desde luego, siempre he detestado esas personas solícitas que ven como tienes todo hecho una mierda, y se ofrecen para echarte un cable en la limpieza. Menudo asco, y no necesito ayuda, gracias. La ayuda lo único que hace es:
A) Quedarse mirándome como un pasmarote a la espera de que le dé una orden.
B) Decirme cómo tengo que organizar las cosas y cómo se limpia.
C) Censurar todo lo que hago porque está mal, sin aportar ninguna solución.
Están ordenadas de menos a más desagradable, obviamente. Pero esos son los casos que siempre me he encontrado, y molestan. Por supuesto, siempre quedan los familiares que se quedan a tu alrededor y de vez en cuando pasan revista a lo que haces, justo cuando estás fumándote un cigarrillo y tienes todo manda por hombro pero organizado en tu cabeza. Justo es el momento de aparición del familiar de turno, que se te queda mirando con cara de censura, porque encima de no ver cambios a mejor, te pilla tocándote las narices.
El librarme de la familia me ha permitido aparte de limpiar, estar con mi gato sin persecuciones a ambos ("controla a ese bicho que ya está ocupando mi sillón favorito") y disfrutar de un rato de soledad y meditación tranquila. He dejado bastantes espacios libres, me he desecho de muchos papelajos y birrias, y he podido meditar con incienso, velas, aromaterapia...
Puede que suene a una tontería supina, pero las casas, en el momento en que son compartidas, necesitan turnos de posesión, no sé si por cuestiones de territorialidad animal que algunos llevamos dentro.
Me explico: si siempre hay alguien en la casa, ambas personas quedan de alguna manera inhabilitadas de hacer lo que les da la gana. Yo no puedo poner música a toda pastilla, y el otro no puede ver la tele como si fuera un cine. Yo quiero que la cocina esté limpia ahora, y al otro no le apetece hacerlo justo después de comer, con lo que generamos broncas. Quiero leer el periódico, pero ya me lo ha cogido la otra persona. Quiero fumar, y no les gusta que fume... No son cosas graves, claro, pero sí resultan molestas a la larga. El que alguno salga un día entero y te deje libertad de comer a la hora que te da la gana y no juntos, fregar cuando se quiere, fumar sin censuras, oír música/ver la tele... cuando quieres sin tener que desalojar a nadie... Es una auténtica gozada para los sentidos.
A mi que no me cuenten milongas: vivir con cualquier otra persona supone ciertos sacrificios de la libertad personal. Para que los sacrificios sean tolerables hay que salir de vez en cuando y dejar intimidad a la otra persona, o la sensación es de somos nosotros los que nunca alcanzaremos nuestro destino.

P.D.- Esto va dirigido a personas que se encuentran a gustito en casa, y no a las que mi bisabuela llamaba "palomitas de la calle", esas personas que siempre están tomando un café, comiendo fuera de casa, en la pelu, en el super, de fiesta... Claro que esas personas no necesitan intimidad, ya intiman consigo mismas y con el incauto de turno que pillan por banda constantemente. Y ojo, que yo hago todo eso, pero es fácil encontrarme en casa. Hablo de esas personas que para tomar un café necesitan 5 horas, y hacer las compras supone pasar el día fuera en un centro comercial. Conozco algunos casos, son un coñazo (si, esta ocasión requiere esta palabra) y no suponen ningún problema de convivencia, porque no conviven. Eres tú el que se hace cargo de la casa al 100%, sólo que hay otra persona para manchar el baño y el salón.

4 comentarios:

  1. Es verdad, a mí también me pasa que, estando dos o tres días sola en casa, soy capaz de vaciar todos los cajones y tirar el caducado carnet del polideportivo, las tarjetas de Corbacho felicitándome el cumpleaños, la cámara de fotos de carrete y flash de cubo, y un montón de inutilidades más que no puedes ni imaginarte.

    En casa somos cuatro personas y dos gatos. Cada uno va a su bola, excepto la parejita que incluso trabaja en el mismo sitio y en el mismo turno. Parece un hostal porque siempre hay gente a todas horas, cuando unos se acuestan, se levantan otros.
    Si como madre de familia debería ser quien fiscalice a los demás, se ha roto la regla, je je je... Yo dejo hacer para que me dejen hacer y no falla.

    Pero los fines de semana desaparecen todos. Lástima que ninguno se lleve a la maldita gata. Al gato lo pueden dejar, no hay problema y él también estaría contento de librarse por un par de días de esa loca asesina que nos ataca a ambos.

    Tienes razón, un día con la casa toda para ti cunde mucho porque aunque en mi caso nadie me fiscalice, el tamaño no es para ir por ella a gusto, teniéndo que apartarse alguien cada vez que pasas. Sin contar que cuando duermen tienes que ir con cuidado de no hacer mucho ruido. Y encima caminando mirando tras tu espalda porque la asesina tiene verdadera obsesión por mis piernas que deja como un mapa de carreteras.

    "Palomitas de la calle", tenía gracia tu bisabuela. En mi casa no hay, todos dentro hasta el fin de semana en que el chico se va a casa de su padre y la parejita al chalet de amigos.

    ¿Números rojos? ¡Aggggggggggg! ¡No me hables! Lo conozco bien.
    Desde el jueves soy millonaria al firmar un contrato, pero vete a saber lo que me dura. No me fío nada de tener buena suerte. Nada en absoluto.

    Oye, esto parece una sesión de terapia ;D

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  2. Bueno, lo primero, felicidades por el contrato. :-) Eso anima a cualquiera. Lo segundo, los gatos con tendencias asesinas sueles ser o muy jóvenes o muy psicópatas. Ponle en la tele con dibujos animados y el volumen suave, eso les suele calmar.
    Y en cuanto a las fiscalizaciones domésticas, yo tengo pocas, pero es suficiente tener a alguien cerca para que se te quiten las ganas de hacer nada. Ya lo tenía comprobado, pero ahora mucho más. El tema es como tu dices: no molestar a los demás. Cuando estás solo, no molestas a nadie, lo único que tienes que saber es del tiempo que dispones, y puedes dedicarte a todo: bien sea darte un baño aromático y luego ponerte una mascarilla de monstruo, limpiar sin preocuparte del ruido del aspirador ni de los golpes que des, o simplemente ponerte a ver la tele con lo que te dé la gana, unas birras y rascarte la entrepierna (más típico de hombres) sin que nadie te mire. Es ese momento de no preocuparte de nada más que de lo que tienes entre manos, sin pensar en el prójimo, y sin que el prójimo te corte porque necesita x.
    En cuanto a lo de terapia, por ahí van un poco los tiros. A ver, que yo hace tiempo me he dado cuenta de que necesito un par de cosas:
    a) Ordenar mi vida, no sólo mi cuarto.
    b) Hablar con gente (o dar la chapa, según como se mire) que sea más afín a mi que mis actuales amigos.
    Así que por eso creé este blog, porque tampoco me paso todo el día haciendo cambios, pero quiero ir haciendolos, quiero ver qué pasa, y quiero poder comentarlos. Obviamente agradezco que haya feedback (como tu comentario) porque me ayuda a darme cuenta de cosas. Desgraciadamente tengo mucha amistad que encaja más en la expresión "palomitas de la calle" y francamente, estoy hasta el gorro de gente que anda quejándose por todo y esperando milagros de la vida sin poner nada de su parte.

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  3. Muchas gracias por la felicitación, ¡claro que anima!
    Sobre la chiflada asesina, sí, es una picópata. Sólo me ataca a mí y al gato, nunca a los demás. Pasa que cuando tenía unos tres o cuatro años llevé a casa al gato, un cachorrillo de pocas semanas al que cacé en un trepidante safari en el altillo del trabajo, para salvarlo de ser envenenado por los del turno de noche que estaban hartos de que se mease sobre las cartas y paquetes.
    Como el jefe también estaba hasta los mísmisimos del animalito, me dió permiso para el safari, porque todo hay que decirlo y Pancho es un cacho pan que ordenó abrir las redes que había ordenado instalar en la marquesina exterior cuando vio a un par de palomas atrapadas.
    Nadie lo quiso, conque me lo llevé a casa, pensando que sería un compañero de juegos de la que hasta el momento había sido una preciosidad muy dulce... ¡Joer!, tuve que emplearme a fondo para salvarle la vida al bicho por segunda vez. Se le tiró encima que si no intervengo lo mata. Con decirte que a mí me dejó fuera de combate durante dos semanas, con la baja porque me inutilizó por completo la mano con la que paraba sus ataques...
    Dos meses tuve al gatito encerrado en mi habitación, hasta que un día, durante mi ausencia, mis hijos se atrevieron a sacarlo y juntarlos. La locatis lo admitió, pero ignorándolo con mucha dignidad, como si fuese una duquesa ante un plebeyo.

    Mi hija, temerosa de que la gata quedase preñada en el futuro, la llevó al veterinario para esterilizarla. Entonces descubrieron que tenía quistes en los ovarios. Se los quitaron, pero dijeron que su comportamiento estaba asociado a esto. No respetó al gato a pesar de ser un cachorrito porque estaba alterada por el dolor y a mí me odia porque le impedí matarlo. Ignoro si se le ha podido reproducir -sospecho que sí-, el caso es que se le quedó grabado e igual un día me lame el brazo con cariño, que un rato después me ataca con furia mientras friego los platos. Y cuando ve que no puede conmigo, se va contra el otro sin misericordia. Chiflada total.

    Supongo que esto no te servirá para la terapia si tu gato es normal, pero bueno, archívalo, que igual un día te puede ser de utilidad ;D

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  4. Pues puede que algún día me sirva,si. Mi gato es de lo más pacífico, quitando algún que otro momento que le gusta trepar por los vaqueros clavando las uñas. Pero vamos, cuando llega a los hombros se tumba a modo de estola y da calorcito. La verdad es que es un bicho la mar de pacífico, y estar sin capar, cosa que lo hace más notable todavía. Su máxima aspiración es que lo dejen tranquilo ir de sillón en sillón, y cazar pájaros. Ni siquiera se escapa para ir de gatas. Al principio pensé que sería gay, cosa que me parecía rara porque no tenía pinta. Y no, no es gay, si le pones una gata en celo cerca se la cepilla. Sólo que es tipo Torrente, y en vez de decir eso de "follar no, que me canso, pero una mamadita sí me harás, ¿no?" viene a decir la versión gatuna del tema: "follar si, pero eso de correr detrás de la hembra difícil no, que me canso. Eso sí, si me la das encerrada y sin escapatoria, ya verás de lo que soy capaz..."
    Vamos, que tengo un gato vago, vago, vago. Pero vago hasta la naúsea, menudo cabrón. Alguna vez le he tenido que dar la comida al morro, porque si no no se movía a por ella. Y no te imagines un bicho gordo y torpón; está fibroso, delgado, musculoso y bien lustroso.
    Se ve que cada gato tiene sus cosas, y el mío es vago. Pobrecita la tuya... De todas formas, los gatos son extremadamente territoriales, y las invasiones de terreno por más gatos se las toman fatal.

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