domingo, 3 de octubre de 2010

DANDO VUELTAS A LA CABEZA

Un domingo más. Madrugando, cosa rara, pero contenta de ser capaz de madrugar, que era una de las metas propuestas. La verdad es que si estás en el paro y te acostumbras a quedarte durmiendo hasta las 12 del mediodía, luego no hay hijo de madre que te haga madrugar cuando lo necesitas. Lo más grave no es que te cueste volver a coger el ritmo, sino la cantidad de tiempo perdido. Estas reflexiones siempre me recuerdan a Proust, que iba en busca de ese tiempo perdido... Seguro que el muy afortunado no necesitaba levantarse a las 7 de la mañana para sentir que había hecho algo de provecho.
Andaba meditando sobre las últimas cosas que me han pasado. Lo mal que anda el trabajo, las mierdas que hay que tragar para ser socialmente reconocido... Vamos, pensamientos optimistas, esos que nadie asocia a un domingo ventoso y gris de madrugón.
El caso es que ando dándole vueltas a algunas ideas para conseguir trabajar de algo. Lo cachondo del tema es que, después de la euforia creativa entra en juego la parte analítica que tengo. El porcentaje de éxito, teniendo en cuenta diferentes variables (no todas, no soy dios) es bastante bajo. Rondará el 25%. Y lo triste no es que uno tenga una idea que sabe que es difícil que funcione. No. Lo triste es que cuando analizas el fenómeno, te das cuenta que, obviando los problemas de inversión económica, sigue en un porcentaje similar, por la grandiosa falta de cultura general. Ayer mismo lo comentaba con unos amigos, que tuvieron la gentileza de invitarme a las copas. La gente, con el tema de la crisis recorta en ocio.
- Pero la gente sigue saliendo, y les ves que se toman sus cañas etc.
- Claro, pero ya no se las toman con rabas. Y si van a un sitio donde hay un concierto, moderan bastante los gastos. Y eso me repercute. Si un bar sabe que un día normal tiene una caja x, y un día de bar con concierto tiene la caja x más una ligera subida, eso le supone una decisión: a) pagar menos al músico. b) Prescindir del músico c) hacer conciertos de forma más esporádica. Generalmente la secuencia va en ese orden, y las decisiones no son excluyentes.
Las personas no pueden prescindir de la comida, ropa, salir de casa... pero pueden acortar los gastos en estos ámbitos. Las marcas blancas están de moda, al igual que las tiendas de chinos, antiguamente conocidas como todo a 100, y el concepto happy hour está también, si no en boga, sí muy buscado. Sólo con el happy hay algunos que se dan por satisfechos.
¿Y qué se puede hacer en estos momentos si te gusta dedicarte al arte? Morirte de hambre, que dirían muchos, y no sólo ahora, sino en épocas más boyantes.
Así que, seguiré meditando mi idea, desbrozaré los intricados problemas legales que puede haber (ya se sabe cómo son éstas cosas) y si al final me acerco a una posibilidad de éxito sin llevarme un batacazo descomunal cercana al 40% intentaré llevarla adelante. Lo del batacazo descomunal es simplemente no acabar en la indigencia debiendo pasta a todo el mundo. Vamos, que aunque la cosa salga mal, que haya posibilidades de rehabilitación en breve tiempo.
Veremos qué pasa. De momento, a madurar estas ideas.

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