sábado, 29 de agosto de 2015

¿Y QUÉ ES DE TU VIDA?

 Por circunstancias veraniegas me ha tocado en suerte un montón de compromisos sociales en lugar de playa y Frank Sinatra. Además me ha tocado vuelta al paro y un montón de cosas inherentes a la vida, que ya se encajan con cierta elegancia, resignación y una obra de arte en el pelo por mis peluqueros, que consiguen que hasta parezca un ser humano.

Pero no estaba pensando en mi apariencia externa, sino en la apariencia que los demás juzgan como mía. Cada persona tiene una imagen sobre mi, que este verano han ido proyectando como un caleidoscopio proyecta imágenes de cuatro cristales mal cortados. Y, pese a lo poco que me gusta que me lleven a saraos, las reuniones familiares, o simplemente aguantar a alguien, he podido ver algunas facetas rutilantes, y otras bastante más veladas. Algún griego dijo eso de "conócete a ti mismo", aunque se desconoce quien lo dijo. En cualquier caso, no dijo dónde comprar los billetes para semejante empresa. Y al parecer, puede ser que te toquen de imprevisto, y te veas embarcado en un extraño viaje donde tu creías estar en Islandia, y acabes en la exótica Calcuta.

Porque por mucho que me guste pensar que soy alguien del montón, cuya mayor habilidad es hacer el vago en el sofá, al parecer las cosas cambian si me miro a través de terceros. Y si me he de describir, actividad muy habitual para aquellos que frecuentan páginas de ligar, mi descripción sería así: "Perezosa, aunque cumplo siempre con el trabajo. Voluble, que disfruta del cine, la buena comida, y que detesta verse embarcada en rollos extraños y aventuras. Soy un hurón en todo el sentido metafórico del término, 0 romanticismo y bienvenidos a bitterland."
La sorpresa viene cuando descubres que lo que llamas vagancia otros definen como trabajadora. Lo que veo de voluble, otros lo ven como perfeccionista, ritualista, seria y responsable. Lo de la comida se mantiene, nadie me ha dicho que no se comer, que no aprecio sabores, ni nada similar. Lo de hurón se ha ido poniendo de manifiesto según avanzaban los compromisos, porque cada vez me volvía más errática, y sólo lo han podido ver dos personas.

Así que el viaje al yo mismo es como un paseo por la casa de los espejos, donde cada uno te refleja según su probable sesgo cóncavo o convexo, y donde sólo determinadas actitudes salen incuestionadas porque realmente se han convertido en un comportamiento algo extremo, de tal forma que sólo un auténtico gourmand se atrevería a decir que no disfruto de la comida, y lo de hurón se va haciendo patente a medida que se me come mi propio tiempo y espacio, que empiezo a reclamar con cierto tesón y mal carácter. Al final, lo que cuenta no es  como te ves o como te ven, sino lo que realmente vas a hacer para mejorar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario