viernes, 12 de agosto de 2011

Miedo

Esta mañana salía a dar un paseo y a hacer algunas cosas pendientes. Nada serio, pero quería ver si podía tener unos libros (la respuesta ha sido que no), coger el pan y estirar las pezuñas traseras, porque tengo que estudiar.
Ya a la vuelta me he encontrado con una vieja amiga a la que hacía años que no veía. Perdí el contacto entre otros motivos porque se fue fuera a estudiar. Y ahora ya ha vuelto. Nos hemos puesto al día, y me he quedado helada. No quiere ni oir hablar de trabajos fuera de la ciudad porque su novio es de aquí, no quiere trabajos en sitios a donde no llegue el metro porque aunque tiene carnet de conducir, le da miedo. Etc. Frente a eso, mi discurso era el contrario, y sólo hemos coincidido en la crítica a las personas "porculeras"; si, exacto, esas personas que te sacan de quicio y a la mínima te dan por el saco. No seré yo quien le reproche nada a la chavala, ella ha hecho su elección, y si está a gusto, adelante. Pero no deja de sorprenderme que alguien con estudios y capacidad decida limitarse por su pareja a un sitio, y no quiera probar suerte. Que tenga miedo de algo tan corriente como es conducir, o que el salir del país le resulte un disparate arriesgado.
De camino a casa, con mis dos libros comprados para descansar en lo que queda de verano (La batalla de Lepando y Pecios famosos) pesando en mis manos, me sentía como el viejo y solitario llanero de figura regordeta y melena grasienta al viento. Lo de grasienta porque me hace falta una ducha, que a mi el pelo se me ensucia rápido, y lo de figura regordeta porque es mi figura. Yo no digo que saliendo de tu casa tengas mejores cosas, simplemente digo que el anclarse a un sitio es un error, aunque vivas en New York entre las mejores personalidades. No creo que nadie con inquietudes culturales pueda sentirse cómodo atado a un lugar y a una persona. Recordaba el concepto de siervo de la gleba, adscritos in eternis a un lugar, atados a lo de siempre, y a llevar una puta vida miserable en la que sólo verían la posibilidad de casarse de forma endogámica con los cuatro vecinos cercanos, y eso si el señor te daba permiso.
Seguía caminando entre la brisa fresca (hoy no es día de calor), mientras pegaba una calada a mi cigarrillo pensativa, y le daba vueltas al tema. Tanto luchar para abolir sistemas de esclavitud y demás disparates, y luego te encuentras con personas que los quieren de forma voluntaria. Los abrazan encantados, como si eso fuera una liberación, puesto que mi opción (vamos, irme a estudiar fuera, y largarme a currar con el mejor postor que me salga) es difícil y arriesgada. Pero ole que tienes las ideas claras y valor, te dicen. ¿Qué puñetas de valor? La brisa intenta apagarme el cigarro, y me siento como si caminara por el poblado de Sin perdón; casi espero ver a Gene Hackman al doblar la esquina, pero sólo es el vecino calvito sacando de paseo a su perro. ¿Donde está mi valor, en pedir dinero a la familia para irme a ver si cazo un sueño, o en mandar a tomar por el saco a todos los "porculeros" que me cruzo? ¿Es ser valiente decir lo que se piensa? Mientras camino, intento averiguar dónde está ese valor que me han elogiado, pero no lo veo. Incluso me siento bastante jeta por tener que pedir pasta a la familia, cuando soy consciente de que podía haber ahorrado mucho y no lo he hecho.
Ya en la puerta de casa, agito la cabeza, como si echara las ideas fuera como un perro, y las he dejado vagando por ahí hasta ahora. Sigo sin ver valor ni nada en forma de actuar, salvo que soy un puto marciano para el sitio donde me he educado y he vivido siempre. Y ahora, con más dudas que nunca sobre a donde camino y qué hago, seguiré caminando y haciendo. ¿Saben por qué? Porque tengo miedo, un miedo espantoso: de anclarme a las pasiones, de dejarme llevar por la corriente, de conformarme con una bazofia caliente para comer, de que un tío sea mi único motivo para seguir adelante, de que la mediocridad se asiente en mi cerebro para nunca salir, de que pierda el interés en lo que me rodea... No soy valiente, soy igual que todo el mundo. Simplemente no permito que el miedo me domine, sino que busco usarlo como canal para seguir adelante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario