martes, 3 de enero de 2012

Dietas de comienzo de año

Bueno, vamos a hacer una pausa en el empolle, y vamos con uno de los eternos propósitos de año nuevo en el que me embarcado. La dieta...
Estas navidades he descubierto que andaba en los 100 kilos. ¡Horror, terror, pavor, y temblores de tierra a mi paso! También es cierto que me pesé con ropa, la regla, a media tarde, y cuando ya habían pasado el 24 y 25 de diciembre, y el 28 con comida familiar... Vamos, no es la medida más fiable que uno pueda hacer, pero sí sirve para galvanizarse. Desde luego, el 31 me apiporré como una cerda, no es el momento de iniciar dietas ni zarandajas. Pero el día 1 de enero, ya en mi soledad cuasi-monacal de la residencia, empecé la dieta. Mi plan es sencillo, a falta de endocrino, sentido común. De entrada, tres días con batidos y verduritas, que se me han hecho un calvario, pero que sirven perfectamente para compensar los días de exceso navideño. Supongo que los 6 kilos que calculé a ojo que me había engordado, los he adelgazado. Al menos eso dice el cinturón de mi batín, medida fiable donde las haya.
Obviamente, tengo hambre. Para qué engañar a nadie... Pero me gustaría entrar en la ropa de cuando pesaba 68 kilos. No ahora mismo, pero sí a la larga, para finales de año, o para el año que viene. Así que, una vez terminado el plan de choque, pasaré a algo más light para mis nervios, como una dieta de 1.500 calorías de las que me mandó el médico en su tiempo. Esto tendrá su desarrollo hasta el domingo, porque luego vuelvo al menú de la residencia. Pero también tengo plan B para poder hacer frente a los kilos: o me zampo una ensalada de primero y un segundo, o me zampo un primero a base de cocido y un segundo escuálido, pidiendo que moderen la ración. Y un día a la semana me permito comer sin indicaciones de cantidades a la camarera. No bajaré rápido kilos, pero al menos no me pondré como una foca embarazada.
Veremos en qué quedan los buenos propósitos...
Pero, el balance de entrada es positivo: nada de excesos en tres días, que evitan que los kilos cogidos se queden asentados como lapas en las caderas y tripa, que es donde yo acumulo todo. Y todavía me quedan cinco días de dieta más o menos estricta para terminar de eliminar kilos navideños.
Veremos qué pasa, porque ando sobrecargada de cosas para hacer, lo que me aumenta la ansiedad, y de rebote, las ganas de zampar. Pero la báscula es un asco, no miente, y no me gustó ver semejante despropósito. Así que, con el susto que me llevé, aguantarse las ganas de comer no resulta tan traumático.
Próximamente, pesarme en farmacia (cuestión de verificar que lo del peso fue una barbaridad superada) y verificar mensualmente que no gano peso, bien sea por medición del cinturón de batín, o por la farmacia donde me pese...

1 comentario:

  1. ¡Uf! Mi experiencia con las dietas ha sido bestial desde mi niñez.

    Mi madre me cebaba, sin embargo, hubo un par de temporadas, ya mayor, en que mi peso era normal y sin haber hecho dieta alguna, sólo envíando estas a tomar por saco.

    En mi caso -que creo es el tuyo-, la ansiedad y los nervios hacen aumentar el peso desproporcionadamente, al contrario de otras mujeres a quienes esto les hace quedarse en los huesos.
    Porque eso de comer, a mí nunca me ha hecho tilín. Puedo pasarme dos días sin probar bocado, absorta en algún asunto y cuando vuelvo a comer, no es en absoluto a dos carrillos.

    Como me dijo un endocrino, se trata de algo hereditario, sin solución, así que abandoné las absurdas dietas que no me llevaban a nada.

    Piensa que en una ocasión me pasé una semana comiendo sólo yogures desnatados, todos los que quisiera, pero nada más que yogures. Me cansé al primer día, aunque no tomé nada más, siguiendo con dos o tres por día.
    ¿El resultado? Perdi unos pocos gramos, ni siquiera un kilo.

    Venga ya, los médicos son mercachifles que van a piñón fijo. No salen de las dichosas calorías, cuando en muchos casos el problema es otro, sin tener nada que ver con ellas.

    Si tú comes por ansiedad, no es la comida el problema, sino la ansiedad. De ella tienes que librarte porque ponerte a hacer dietas no conseguirá más que acrecentarla y será el pez que se muerde la cola.

    Envía a tomar viento los problemas, suelta tacos cuando te apetezca y verás el resultado ;D

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