viernes, 22 de abril de 2011

Reflexiones de vacaciones

Como siempre, disfrutando de Bach. Se me presenta una semana de paz y tranquilidad, que empezó ayer a la tarde, y que no desaproveché para hacer el ganso, y quitarme el punto de hacer el gamberro.
Hoy ya mucho más centrada, tengo en mente limpieza y estudio, grandes tareas pendientes. Una limpieza exahustiva, de esas que luego no hay que volver a hacer en varios meses. Y estudiar bien todo lo que tengo entre manos. Que son varias cosas.
Pero lo que me ha hecho gracia ha sido precisamente que la idea de colofón que tengo es bastante anacrónica para mi. A la noche me planteo disfrutar de una buena copa de whisky, tabaco y repasar a Valle-Inclán. Vamos, algo que no haría nadie de 30 años en el año 2011. Pero eso es lo de menos. Nunca dejará de sorprenderme la manía que tiene la gente de globalizar las formas de diversión. Parece que si no salieras de juerga y oyeras determinada música con kalimotxo (o similar) no estuvieras en el mundo. O como alternativa de diversión, vegetar en el sofá con cerveza, patatas fritas y peli de turno.

Los conflictos generacionales siempre me han resultado divertidos, y casi los he visto desde la barrera. Y como todo lo que se ve desde la barrera, parece menos de lo que es. Ojo, que me eduqué con mis abuelos, y parecería que debería haber más conflicto generacional todavía. Y sin embargo, no lo veo salvo en determinadas cuestiones tan puntuales, que lo único que hacen es generar un sano debate. Nunca he tenido problemas con la música que escucho, siempre que no la ponga a todo volumen. Lo de las horas de retorno a casa sí me ha dado más problemas, pero una vez que superas los 24 años (y con algo de astucia para engañar) te acabas acostumbrando a que si llegas más tarde de las 3 se mosqueen. La verdad es que en lineas generales, pocas molestias. Con algo de edad encima, ahora yo también me mosquearía si alguien de la familia saliera de forma sistemática todos los fines de semana y no volviera hasta las tantas, pero porque se está fastidiando la salud, y porque por respeto al sueño, te condiciona a andar con cuidado con los ruidos.
Eso si, nunca entendí la costumbre de mamarse los fines de semana sistemáticamente (obvio la explicación antropológica de rito de paso, que esa ya la sé, y lo justifica desde los 18 a los 20 a ojímetro), de disfrutar de basura (pelis malísimas, música infame etc), de cultivar con fruición la ignorancia, de no hacer nada... Nunca me ha molestado que se me llamara esnob, ni pija, ni hippy. Pero cuando se me aplican los tres conceptos, creo que hay mucho despiste. No se pueden ser las tres cosas a la vez. Ni siquiera dos. Son términos que son opuestos en demasiados aspectos.
Pero centrémonos en las tareas, quitar algunas mierdas variadas acumuladas y empolle. Supongo que nadie pasará así la semana santa, pero es lo que hay. Espero poder dejar todo en condiciones en una semana...

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