lunes, 4 de abril de 2011

SUAVIDAD Y DUREZA...

Disfruto de una mañana relajada, esperando una llamada de teléfono para salir, y varias ideas dándome vueltas al cerebro, aparte de diferentes tareas que tengo que hacer. Tal vez lo mejor del día sea la lluvia detrás del cristal, que hace que Pink Floid tenga un contrapunto musical agudo, en forma de clip-clip-clip...

Pero bueno, dejemos descansar la música. Andaba encantada dándole vueltas a la cabeza. No es que me haya asado nada excepcional, pero tampoco hace falta nada extraordinario para disfrutar. A veces en lo cotidiano se encierran cosas que pueden sorprendernos. Y este finde, con toda su cotidianeidad , ha traído cosas muy interesantes.
Una de las que más gracia me ha hecho es que me llamaran perfeccionista, cuando estaba haciendo de ayuda de un árbitro. Bueno, es verdad que puedo llegar a ser muy quisquillosa, pero me hizo gracia el que me lo dijeran a la cara. No era uno de esos días en los que yo anduviera muy nerviosa, y francamente, sólo quería una vulgar aplicación de la normativa vigente. Pues nada, ni con esas.
Pero me hizo gracia. Pese a que no era mi mejor día, la sensación que transmitía era de exigente, y eso que estuve calladita. Me hizo gracia que el árbitro delegase en mí alguna decisión con la manida frase "lo que diga la rubia". Todavía no sé decir lo que quiero sin ofender al prójimo, pero debería haberle dicho:

- La rubia dice que no es rubia, que es castaña. Segundo, si voy a decidir yo, que me paguen tu sueldo, ya que estoy haciendo tu trabajo. Y tercero, si no te sabes bien la normativa, es muy sencillo, vienes con ella debajo del brazo, y en caso de duda, dices "un segundo, que lo consulto". Sacas el libro, miras lo que dice, y decides. Te podrán llamar estricto o lentorro, pero nunca podrán decir que incurres en delegación de tus capacidades, que no tienes recursos, o que no has aplicado la normativa vigente.

En fin, como no sé decir eso sin ofender al personaje... Supongo que voy a tener que empezar a aprender. Hablaré con mis profes, a ver qué me dicen. De entrada, ya allí mismo me dieron un toque de atención, porque como soy árbitro, entra dentro de mis capacidades llamarle la atención al tipo.
Y todo por no "quedar mal". Es alucinante, como podemos intentar suavizar las cosas por no caer mal y/o hacer daño. Y es que no se puede gustar a todo el mundo todo el tiempo...

Ha habido más anécdotas en esta linea a lo largo del finde (darle un toque a alguien por desafinar,  pararle los pies a jetas variados, cortar conversaciones ofensivas para el intelecto incluso de una ameba...). Supongo que me falta edad y carácter para imponerme, además de seguridad personal. Y también supongo que ya va siendo hora de aprender, porque al final estas cosas siempre me acaban recordando a un personaje del Kill Bill, al hermano de Bill. Tipo simpático, del que todos sacan tajada...

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