miércoles, 27 de abril de 2011

Charlando bajo las flores

Aquí sigo, dándole vueltas a las diversas chorradas que llevo oídas hoy. Para no salir de casa, y andar en fase de despedida de la peña, todavía me llegan muchas cosas. Tantísimas, que van a superar a la ficción en chorradas.
Eso si, diré que el escuchar tantísimos disparates te previene para el futuro. Es como una vacuna, te inoculan las chorradas, y luego tu ya sabes qué responderás en situaciones similares. Parece tonto, pero cada vez te va quedando más claro que lo mejor son contestaciones claras, concisas, sencillas y de sentido unívoco. Tipo: "Vete a tomar por el culo.", "NO", "Si quieres estímulo, métete un gato vivo por el culo". La última no es mía, es de una peli de Harry el sucio. Bien, el caso es que voy enterándome de la necesidad de frases sencillas, con pocas palabras, de un sólo mensaje. Y también me voy dando cuenta de que la respuesta se divide en dos campos repartidos al 50%: los que entienden lo que les dices y se ofende; los que no te entienden. A los que no entienden, hay que pasar al siguiente punto: la advertencia. La advertencia es todavía más simple: me la sopla lo que entiendas o no entiendas. No se trata de entender nada. Si sigues haciendo esto (lo que sea) te elimino de mi vida por la vía rápida. Eliminar significa: te borro del facebook/redes sociales, dejo de llamarte y borro en tus narices tu nº, además de irme después con viento fresco. Parece algo radical y maleducado, pero si yo ya he advertido con claridad que hay una cosa que me molesta, ¿por qué he de aguantar a alguien que insiste con el tema?

Bien, poco a poco me voy inoculando de chorradas varias. Al menos ya tengo las cosas en un estado se suspensión aparentemente limpia. El lumbago y mi procrastinación innata me ha retrasado, pero ahí andamos. Además, creo que ando consiguiendo dejar de fumar. Todavía tengo momentos de cigarrillo, que el cuerpo pide eso, como si lo necesitase sobre todo para mantener la atención. Bueno, qué le vamos a hacer, andaré un poco menos atenta con las chorradas. Curioso, al final el objetivo que se ha ido retrete abajo es el de dieta. No lo hubiera pensado nunca. Bueno, la cuestión son los objetivos logrados. Y, como le decía a mi jardinero, personaje sólido y con sentido común (y sin estudios además) cuando hay que hacer las cosas, o se hacen o no se hacen. Y él me añadía, entre zumbón y socarrón: si, la cuestión es cuanto tiempo eres capaz de hacerlas... Luego contaba una anécdota, un tipo que todos los días decía que dejaba de fumar y a la noche volvía a recaer. Finalmente, te mira, apoyado en el rastrillo, y añade: cada uno sabe qué le conviene y que es lo que quiere. En ello se mueve y decide.
En esos momentos, pese a la cultura y a que eres mucho más fuerte, sabes que te ha cogido por donde más duele. Y sabes que varias cosas que te ha contado son los riesgos que tendrás que hacer frente con tus decisiones (sean de dieta, fumar, familia, o trabajo). Así que agradeces el mapa que acaba de desplegar ante tus ojos, que es una mierda de mapa, todo lleno de barrancos, ciénagas, caminos falsos, grutas donde palmarla y demás vericuetos cabrones. Anotas mentalmente los pasos que te ha apuntado para llegar a buen puerto, y farfullas una excusa para poder retornar a la tranquilidad que produce estar solito. Y una vez a solas, libre de coñazos estúpidos y de preguntas inteligentes, sabes lo que hay que hacer. Aguantar mecha, como te han aconsejado, pero con las ideas claras y dignidad.

¡Ay!

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