sábado, 23 de abril de 2011

Seguimos con las reflexiones de vacaciones

Ayer corté la reflexiones a toda pastilla. Me conozco, y sé que dentro de mis tremendos fallos está el de la procrastinación. Así que cuando veo que algo me va a llevar a mi eterno problema, lo corto. O, al menos lo intento, cosa que no siempre consigo, pero ayer sí.
Me quedé en lo que la gente hace, formas de globalización de ocio, comunes a demasiados sitios. O tal vez, dentro de mi naturaleza no esté la diversión, entendida como se entiende hoy. No sé, si me diagnosticaran un cáncer avanzado, seguro al 100% que los pocos días, meses de vida que me quedaran los iba a pasar haciendo el crápula de tal forma, que ríete tu de Dorian Gray. Un aficionado barato en gustos. Total, si ya tienes fecha de caducidad, y sabes que vas a palmar tomando morfina en vena, ¿qué puñetas te impide hacer burradas?
Pero ese caso es muy extremo. Y poco probable. Así que sigo sin entender esa insana costumbre de matarse de forma masoquista. Si. Allá cada cual con su salud, pero no entiendo esa diversión que termina en una resaca espantosa que luego te deja echo polvo durante un par de días. Y que conste que la he probado, unas tres veces en mi vida. Francamente, al día siguiente tenía la cabeza como un bombo, los oídos reventaban con la caída de un alfiler, no podía comer... Más que diversión, lo veo como cura para cuando algo te está taladrando el cerebro y no te deja pensar con claridad. Cuando he tenido un problema gordo también me ha dado por excesos, como he contado alguna vez. Al día siguiente estoy tan ocupada en sobrevivir de forma digna, que el problema desaparece del horizonte.
Desde que descubrí lo mal que se pasa después de una juerga, y lo mucho que se disfruta con una buena compañía, como que dejé las juergas. La dificultad estriba ahora en encontrar una buena compañía constante, y no esporádica. Pero bueno, todo se andará.

En cuanto a mis proyectos de mis días libres de responsabilidades, familia, amigos... Digamos que "progresan adecuadamente." Si, esa frase que usamos los profesores para calificar a un alumno torpe que merece un penco, o a uno que se pasa de listo y quieres quitarte de en medio. El dormitorio va viento en popa, y probablemente en una mañana o dos, lo deje acabado. Quedan cuatro cajitas que etiquetar con el contenido, y un par de montones de cosillas que son prescindibles. Algunos diskettes de época prehistórica, que seguramente acabaré guardando en una cajita y poco más.
El despacho va peor. Ayer quité mucho papel viejo, pero no me entra todo lo que tengo de forma holgada. No veo como solucionar el entuerto, y el tiempo se agota... Espero que luego a la tarde algo se me ocurra. Quedan por último algunas mierdas diseminadas por la casa, que simplemente consiste en ir recopilándolas y mandándolas a su sitio. No tiene misterio, es cuestión de paciencia, y de subir y bajar escaleras.
En cuanto a estudio, hoy toca algo intensivo. He estado muy relajada limpiando, y eso hace que uno descuide otros aspectos. Pero bueno, según dé el punto final de la entrada, empezaré con todo. Y ahora toca colgar la ropa. He lavado algunas cosas para evitar acumulación de ropa a posteriori. Día ajetreado, pero productivo. Veremos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario