jueves, 22 de septiembre de 2011

Organizarse...

Bien, esto ya es otra cosa. Ayer andaba algo mosca conmigo misma por mi nivel de vagancia y porque no hacía nada. Hoy ya ando algo más puesta, y con planes de cómo afrontar las cosas. Ya con las ideas claras, y sin vagancias supinas, he retomado varias cosas. Supongo que me espera una tarde amena de estudio, en la que la máxima diversión será la improvisación de violín, que no es moco de pavo. Eso si, lo que debería empezar a hacer es organizarme las horas, para evitarme pérdidas de tiempo chorras.
La verdad, me gusta vaguear, y para qué voy a intentar engañar a nadie, me apasiona estar haciendo de marmota en hibernación. Pero toca ponerse seria con estas cosas. Así que habrá que aprovechar las endorfinas que el organismo ha generado durante hora y cuarto (todavía no me explico cómo he conseguido aguantar tanto tiempo en un gimnasio) para preparar todo.
Y dicho esto, para darme autoánimos, poco queda por decir. Bueno, si. Hay un capítulo que he dejado abandonado, pero me gustaría dedicarle medio segundo: la amiga pesada. Quitando un día que me llamó, sin noticias de ella. No se la echa de menos, señal de que las cosas estaban más deterioradas de lo que pensaba. No ha llamado, señal de que ya ha buscado sustituta al menos momentánea. Era como un vampiro de fuerzas. Da gusto pensar que nadie te va a sorprender con una emergencia emocional porque... porque... ¿sus padres le han dicho que tiene que madurar? ¿un tío que acaba de conocer no quiere casarse con ella? ¿alguien le ha contado que tiene un problema y no sabe qué hacer?
Otras, menuda liberación... Inenarrable. Y sin darle malas contestaciones, encima me ahorro que me ponga verde perejil y malas caras.
Entre el ejercicio y esta breve reflexión, y la ducha que me voy a dar, si no soy capaz de recuperar el ritmo es que además de imbécil congénita y procastinación, tengo un serio problema de necesidades y prioridades.

2 comentarios:

  1. ¡Organizarse! ¡Horror! No estoy. No existo. Me he defuncionado. Estoy bajo cinco palmos. Sólo me ve la gata y te aseguro que me preocupa mucho porque ya no me ataca, ahora viene a tocarme dulcemente con la patita y me mira muy raro, como con pena.

    Bueno, pues ya te queda menos ;D
    Y a la vampira que le den.

    ResponderEliminar
  2. A ver si vas a tener a la gata embarazada... :-P (Embarazo real o psicológico, para el caso, igualito). Y si, ya queda nada realmente. Sólo se me ha retrasado el tema un poco y ando algo descolocada, pero me viene bien. Así puedo vaguear... :-)
    Y la vampira salió ayer a colación precisamente porque se respira libertad...

    ResponderEliminar