miércoles, 21 de septiembre de 2011

Vagancia...

Te marchas un fin de semana, te dicen que el master empieza más tarde, y descubres que tu natural vagancia ha decidido que tu hora de levantarte de la cama es las 10:00 am y que nada de trabajar y leer. Bueno, tampoco me agobio. Entiendo que mi finde ha sido bastante movidito (viaje 400km, examen, cumpleaños, arbitraje, viaje 400km vuelta), y que descansar tres días no debería ser malo a priori. Pero eso, tres días. Hoy fecha tope. Delante de mis narices tengo la lista de cosas que tengo que hacer a diario, las que yo he elegido, y no las hago. Es un recordatorio doloroso, que te hace pensar...
Y no me gusta tener ese listado ahí, como una campana de la agonía que tañe sin necesidad de ser tocada. Es francamente doloroso, pero sirve para darse cuenta de lo poco que pueden durar los buenos propósitos si no te pones firme sobre ellos. Y también sirve para darte cuenta del paso del tiempo. La semana pasada fui capaz de hacerlo todo y además de ver películas, limpiar etc. ¿Y esta semana? ¿Qué me pasa? Je, je, je... La mente tiene unas habilidades notables para engañarte, y al final te tiras tiempo vegetando y vegetando... Así que el descanso se acabó, y aunque hoy no haga todo, al menos tienen que caer dos cosas, por cuestión de coherencia y porque si no se acumulan. Y ahora me voy a poner con el cuarto, que me he dedicado a dejar las cosas tiradas donde caían y si dejo que esto se perpetúe un poco pronto disfrutaré de una pocilga personal.
Hale, a ponerse las pilas.

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